Neymar no aparece y Brasil se enfría en La Plata

Los primeros minutos fueron entretenidos y estimulantes. Brasil tenía la pelota, dominaba el encuentro, pero no terminaba de apuntillar. Las mejores ocasiones fueron para Robinho en un mano a mano que salvó con el pecho Vizcarrondo, y para Pato, que reventó el balón contra el larguero después de una buena jugada colectiva. Con esas dos acciones, y con la sensación de que llegaría el gol en la segunda mitad, se llegó al descanso. Sin nada de Venezuela, y con una selección amarilla que al menos daba muestras de en cualquier momento podía pasar algo.

En la segunda parte, el problema fue que Brasil murió cuando llegaba al área, y no precisamente porque le faltaran ideas, sino que le sobró ego. Neymar, que tampoco había demostrado nada que hiciera a algún presidente volverse loco y pagar todo lo que pide el Santos por él, desapareció del todo y Ganso, llamado a comandar el ataque se diluyó a medida que pasaban los minutos. El único que daba muestras de peligro era Pato, quizá el menos valorado de todos, pero el mas persistente sin duda. Y Robinho, que sigue siendo Robinho, lo cual no es indicio de nada nuevo más que es una muestra de cómo no hacer útil el talento.

Menezes, que había acertado en el planteamiento se equivocó en los cambios. Introdujo a Fred por Robinho, y el juego pasó a ser demasiado plano. Los balones comenzaron a llover sobre la portería de Ronny Vega, y Venezuela comenzó a sacar partido de la fuerza de Rondón y la clase de Arango para salir al contragolpe. Así, pudieron adelantarse si Miku, jugador del Getafe, logra enganchar un buen centro desde la izquierda. En Brasil entraron Lucas Moura y Elano por Leiva y Ramires pero la película siguió siendo la misma hasta el final.

La noche fue cayendo sobre el estadio de La Plata y Brasil terminó por enfriarse . Si el empate de Argentina en el primer partido ya dejó muestras de que no sirve sólo con el nombre para ganar, el de Brasil nos indica que el fútbol no siempre es para quien mejor plantea el juego. Y es que a veces, el juego contemplativo, pausado y fantasioso no es garantía de nada, como en el cine contar con los mejores actores no sirve de nada si el guión no es lo suficientemente bueno.