eurocopa 2012
Eurocopa 2012: Portugal es Cristiano
Un golazo de cabeza del crack luso, que estrelló otros dos balones en la madera, condujo a las «Quinas» a semifinales
ignacio tylko
De nuevo, el depredador Cristiano aniquiló al enemigo. Buscó el gol toda la noche, se estrelló otras dos veces contra la madera pero porfió y lo encontró cuando los checos ya acariciaban el tiempo extra y soñaban con unos penaltis por los que ... lucharon toda la noche. Se habían encomendado a Cech, minucioso estudioso de esa suerte, tal como demostró en la final de 'Champions'. Pero Ronaldo, que iguala ya a Mario Gómez, Mandzukic y Dzagoev al frente de los goleadores con tres dianas, no conoce límites. Esta vez, la clavó de cabeza y en plancha. Un remate picado, inapelable, soberbio. Por tercera vez en las cuatro últimas ediciones, Portugal competirá en semifinales. Y en horizonte aparece España. Ronaldo contra el bloque del Barça y sus amigos del Madrid. ¡Mamma Mía! [Narración: Así hemos contado el partido]
Todo gira alrededor de Cristiano en Portugal. La dependencia del crack de Madeira es bárbara. Si tiene un buen día, los lusos son temibles. Si al madridista se le sale la cadena de su bicicleta, los lanzamientos se le desvían, golpean en la madera y se enfada hasta con sus compañeros, las 'Quinas' son vulgares. Ni más ni menos. [Fotogalería: las mejores imágenes del Rep. Checa-Portugal]
No disponen de malos jugadores, bragados casi todos en las grandes ligas, pero les falta magia en ese eje del centro del campo que integran Meireles, Veloso y Moutinho . Táctica pura pero lo que es desengancharse...Y abusan de los pelotazos en largo de Pepe y Bruno Alves en busca de la estrella. De todos modos, forman un bloque compacto, experto, aguerrido, difícil de desequilibrar. Y si le brindas espacios, al contragolpe te matan. Como cualquier equipo que disfrute de Ronaldo.
Miedo
Muy poquito que reseñar de los muchachos de Paulo Bento en un primer acto presidido por el miedo. Ocurre en estos partidos de «match ball» que unos y otros se limitan a pasar el balón de un campo a otro, esperando más que el rival falle que lograr un punto ganador. Solo Cristiano mostraba personalidad, jerarquía, carácter ganador. Como no le llegaban balones en condiciones, CR7 se venía al centro para buscarse las habichuelas.
Casi en el descuento, instantes después de que Hélder Postiga se retirase en camilla por un problema muscular, protagonizó la jugada más exquisita de ese período. La única verdaderamente reseñable. Control extraordinario con el pecho tras pase de Meireles, toque sutil con la derecha para bajar el balón y darse la vuelta, otro toquecito para perfilarse, y disparo a palo. Le quedaban todavía muescas en su revolver pero se marchó con cara de malas pulgas al descanso.
Los checos se fueron bastante más satisfechos a refrescarse y repasar conceptos. Carecen de los Nedved o Poborsky de antaño, pero juegan como toda la vida lo han hecho los centroeuropeos. Disciplinados, bien colocados sobre el terreno, físicamente fuertes, fríos y calculadores. No se descomponen pero les falta mordiente. Apenas las correrías de Jiracek , el héroe por su gol que apeó a los rusos, y las incorporaciones por la izquierda del pequeño Pilar, un jugador interesante al que por algo ha fichado el Wolfsburgo alemán.
Plasil y Hübschman no pierden la posición en el medio del campo resultan intrascendentes y, arriba, Baros es una caricatura del que fuera campeón de Europa con el Liverpool y finalista europeo con la selección checa. No estuvo mal Gebre Selassie, lateral de origen etíope al que le adornan condiciones atléticas pero le falta sapiencia táctica. Ni una vez inquietaron a Rui Patricio, bastante dubitativo en las salidas, en el acto inicial.
Salvo las apariciones de Cristiano, el duelo era tan tedioso que en varias ocasiones se arrancaron los hinchas polacos -ensoñadores al comprarse una entrada pensando que aquí estaría la selección de Smuda jugándose el pase a semifinales- al grito célebre de ¡Polska, bialo, czerwony' (Polonia blanca y roja). Checos y lusos no ambientaron la noche.
Asedio luso
Extrañó que esta vez entrase Hugo Almeida y no Nelson Oliveira. Paulo Bento solo quería un cambio de cromos, un nueve puro por otro. Portugal salió más pujante en la reanudación. La posibilidad de una prórroga, y ya no digamos de unos penaltis con el gigante Cech enfrente, le asustaba. Cristiano, siempre él, quería resolver por la vía rápida. Provocaba abucheos al 'talonar' para lanzar directa una falta desde más de 30 metros. Pero los acallaba. En el primer intento, mano del rival porque si no el balón le volaba la cara. Y en el segundo, algo más cerca, balón al palo. El segundo en el partido y el cuarto en el campeonato.
Los checos ya eran una muralla. Visto desde las últimas filas del estadio Nacional de Varsovia, como desde un helicóptero, por momentos se advirtió una línea de hasta siete defensas, los cuatro, más un medio, más los dos extremos. Llegaba la hora de Cech, soberbio. Desvió un tiro de Nani, otro de Moutinho y hasta se gustó driblando a Hugo Almeida, a quien el inglés Webb anuló un gol por claro fuera de juego. Cristiano se dio unos minutos de respiro para volver como un coloso , cabecear en plancha un gran centro de Moutinho y guiar a Portugal a semifinales. Francia o España, ya conocen quién es su enemigo.
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