Los genios iluminan un derbi vulgar

El Español intentaba hacer cosas pero le salían regular. En defensa estaba intenso, concentrado y con las ideas claras. En ataque no concretaba, aunque jugaba con atrevimiento y no era del todo descartable que pudiera hacer daño en cualquier jugada. Pero quien consiguió marcar fue el Barcelona, en el minuto 17, mediante una prodigiosa asistencia de Iniesta a Suárez que el uruguayo cazador le dio el merecido destino del gol.

A partir de ahí, el Español empezó a sentirse incómodo con el balón, y eso siempre penaliza cuando juegas contra el Barça. En el 26, Sergi Roberto no tuvo fe en una asistencia de Neymar, y desaprovechó una magnífica ocasión. Hay que creer, y más en diciembre. En el 28 otro buen contraataque local se volvió a quedar sin premio. Sopor y frío son dos sensaciones difíciles de soportar. Eso me pasa por ir a los estadios.

Pese al dominio incuestionable, imprecisión general en los de Luis Enrique. Atípico derbi, con un Español menos cerrado que de costumbre, y más dispuesto a intentar algo, y un Barcelona que, pese a controlar la situación, no se acababa de encontrar. Y por encima de todo, un aburrimiento colosal.

Sin mucho más que consignar llegamos al descanso. El Barça continuaba en su letargo, y aunque era superior a su rival, el Español no estaba lejos del empate.

La segunda parte empezó turbia y batalladora, aburrida como la primera. Pese a ser un derbi, asistencia de público ligeramente por debajo de la media. En el 49, Diego López pagó el altísimo precio de un corte en la rodilla y de la sustitución por una excelente parada que le hizo a Suárez, con todo a favor para marcar. Diego López es un magnífico portero y llevaba siendo esta temporada el mejor jugador de su equipo. Esperemos que su lesión sea más aparatosa que grave.

El partido siguió como siguen por inercia los días que no tienen ninguna fuerza, ningún sentido. Verlo era como haber quedado para cenar con 22 domésticas que te explicaran lo que tienen pensado en sus días de vacaciones cuando se vayan a su pueblo.

Pero el talento es el talento y puede comparecer en cualquier momento, como sucedió en el minuto 64, cuando Iniesta se fue de cuatro en un metro cuadrado, se la dejó a Messi que se fue de otros tantos para rematar y que Roberto rechazara en primera instancia, aunque nada pudo hacer para parar el segundo remate, de Suárez. Extraordinaria, estratosférica jugada. En el contexto vulgar del partido vimos este gol, como muy pocos se han marcado en la historia del fútbol. A veces la maravilla florece en el lodazal más inesperado.

Y cuando todavía saboreábamos la gesta, otra jugada memorable entre Messi y Neymar acabó con Jordi Alba marcando. Tuvo mérito el gol de Alba, como todos los goles, pero lo que valió su peso en oro fue la jugada, la sensacional jugada que lo hizo posible.

También el Español —aunque salvando las distancias—, se lució en el 77, consiguiendo el 1 a 3 tras un brillante y rapidísimo contraataque. La última joya fue de Suárez y de Messi, con globo del uruguayo y remate final del argentino.

Pobre partido con momentos de luz inconmensurable. La mala noticia es que nos aburrimos y que el Barça continúa perdido en la niebla. La buena noticia es que los genios están, y que todavía nos hacen temblar cuando aparecen.