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Salvador Sostres

El Barça es una piruleta

Mientras los resultados acompañen, la inercia disimulará la precariedad. Pero la estructura del club es de papel de fumar, sin ninguna capacidad ni técnica ni intelectual para resolver problemas

Salvador Sostres

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Una de las pocas, pero muy valiosas virtudes de Josep Maria Bartomeu, presidente del Fútbol Club Barcelona es que sabe que es muy poca cosa. Puede parecer un desprecio, pero muchos en su lugar no tendrían la audacia de aceptarlo y su precipitación al vacío ... habría sido de las que marcan una época. En cambio, a Bartomeu, consciente de sus evidentes limitaciones, no le costó nada, cuando más perdido se encontraba, limitarse a sonreír y a estrechar manos, y dejar el club en manos de Albert Soler, socialista y exsecretario de Estado de Deportes, con muchas más ganas de medrar que conocimientos futbolísticos; y de su viejo amigo Jaume Masferrer, menos cínico, pero no por ello menos fantasma. Fue el primer año de Luis Enrique, el que acabó con la consecución del triplete, pero que en enero, tras la derrota en Anoeta, pintaba dramático. Soler y Masferrer le recomendaron entonces anticipar las elecciones a final de temporada para rebajar la presión insoportable: si había suerte y al equipo le iba bien, las ganaría. Si todo era un desastre, igualmente tendría que marcharse, pero como mínimo habría conseguido vivir más tranquilo los meses que le quedaban.

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