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Viaje a San Mamés en el corazón blanco

ABC, testigo directo en Bilbao junto a los aficionados madridistas que se desplazaron para vivir el triunfo liguero

Viaje a San Mamés en el corazón blanco e. v. e.

emilio v. escudero

Del Bernabéu a La Cibeles, pasando por San Mamés. Veinte horas de viaje . Alrededor de 200 euros gastados y muchas horas de sueño perdidas que arrastraran hoy en su regreso al trabajo. No importa. Han ganado una liga , que era su propósito ... y vuelven a Madrid con una sonrisa en el rostro. Los cuatro protagonistas de esta historia son una pequeña parte del centenar de aficionados blancos que disfrutaron con el triunfo del Real Madrid en San Mamés. “Aquí ya no podemos volver más. Ya hemos tocado techo en San Mamés”, apunta Juanjo, el conductor del grupo, mientras regresamos hacia Madrid.

Queda un largo camino de vuelta, pero nadie se duerme. Hay demasiadas emociones acumuladas. Lo que empezaba como una ilusión a media mañana en los aledaños del Bernabéu es pasada medianoche una realidad. “Queríamos ganar el título ya. Ha sido tremendo”. Son palabras que repiten una y otra vez, de esa y otra forma parecida, los otros tres compañeros de viaje. David, Germán y el “otro” Juanjo.

Se sienten protagonistas de una parte del triunfo. Su incansable grito desde la grada, se hizo sentir en La Catedral. Antes del cántico de campeones, hubo más. Ánimos para Granero e Íker Casillas. Consuelo para Ronaldo cuando falló el penalti y un guiño hacia la grada rojiblanca: “El día 25, somos del Athletic”.

El gol de Higuaín calmó los nervios; el de Ozil levantó los ánimos y el de Cristiano desató la euforia

Fue el tanto de Higuaín el que calmó los nervios. El de Ozil el que levantó los ánimos y el de Ronaldo el que desató la euforia. “¡Cómo no te voy quereeeeeeeeeer!¡Cómo no te voy a quereeeeeeeeeer! Si fuiste campeón de Europa por novena vez...”.

Con el pitido final, y con San Mamés medio vacío ya, la alegría fue total. Los “Juanjos” se abrazaban. David gritaba y Germán, atento, cazaba uno de los guantes que Casillas lanzó a la grada blanca. “Esto me lo tiene que firmar y lo voy a poner en mi casa colgado en un cuadro”, apuntaba el joven aficionado. Un trofeo de “caza mayor”. El mejor premio para poner el punto final a un viaje emocionante, que comenzaba cargado de ilusión y que termina bien entrada la madrugada de nuevo en el Bernabéu. Origen y destino de sus alegrías.

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