Este Barça tiene hambre

No quería sorpresas el conjunto azulgrana y no dio respiro al PSG. Salieron concentrados los pupilos de Luis Enrique desde el pitido inicial, muy atentos siempre y presionando como si de un triunfo les fuera la vida. Con casi todo perdido, Blanc varió su esquema y retrasó a Pastore para intentar llevar el peso del partido con superioridad en el centro del campo. Pero el Barcelona no le dio ni opción, robando casi siempre el balón en su línea defensiva con una presión asfixiante. Verratti dejó buenas sensaciones, pero le faltaron apoyos. Todo el carácter del PSG se quedó en Stamford Bridge.

No tardó demasiado el equipo azulgrana en trasladar su superioridad al marcador. Neymar transformó en gol una obra de arte de Andrés Iniesta, recuperado para la causa tras su ausencia frente al Valencia. Agarró el balón el de Fuentealbilla en su propio campo, superó hasta a cuatro rivales en una carrera de 40 metros y le cedió el balón al brasileño, que con una facilidad pasmosa batió a Sirigu. El Camp Nou coreó el nombre de Iniesta. Esa jugada ya había valido el precio de la entrada por sí sola. No cedió ni un ápice en su intensidad el Barcelona, que seguía presionando al PSG sin tregua. Dani Alves destacó en esa tarea, recuperando un montón de balones y desesperando a la defensa gala. Fue precisamente el lateral brasileño el inventor del segundo gol, con un centro milimétrico con su pierna izquierda que volvió a rematar Neymar, esta vez de cabeza, sin oposición. Doblete del brasileño, que le tiene cogida la medida al equipo de la capital de Francia.

La superioridad azulgrana era total. Parecía un equipo sin hambre el de Blanc, todo lo contrario que el Barça, que no dejó de correr a pesar de su holgada ventaja en el marcador. La tan temida reaparición de Zlatan Ibrahimovic se quedó en nada, ausente por completo el sueco de otra noche importante. En el área contraria, en cambio, Luis Suárez no paraba de correr de lado a lado en busca de la pelota, a Messi le faltaba acierto en el último metro y Neymar ya llevaba dos goles en su cuenta. La balanza ya se había decantado. Tan claro lo vio Luis Enrique, que incluso empezó a reservar a algunos de sus hombres antes de tiempo pensando en futuros duelos, cosa poco habitual en citas de tanta trascendencia como la de ayer. Iniesta ni siquiera salió al campo tras el descanso y Busquets duró diez minutos de la segunda parte.

Quedó el partido anestesiado. Transcurrían los minutos a medida que desaparecía el juego. Aprovechó el PSG para inquietar a Ter Stegen con un disparo lejano de Ibrahimovic, pero fue un espejismo. Se tendrá que centrar en citas domésticas el equipo francés. Sigue sin dar la talla en Europa. La fiesta fue para el Barcelona, que aguarda el sorteo para marcar con una cruz el último tramo de su viaje hacia Berlín.