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Final de la champions

Madrid, capital mundial del fútbol

Real y Atlético disputan este sábado (20.45, La 1) la primera final de la historia con dos equipos de la misma ciudad

Madrid, capital mundial del fútbol reuters

enrique yunta

Lisboa será Madrid (20.45 horas, La1), conquistada la capital portuguesa por miles de gargantas de innegable acento castizo, con Cibeles y Neptuno desfilando por el Barrio Alto mientras brindan entre fado y fado. Lisboa será Madrid porque a la final de la Champions llegan el Real y el Atlético, el derbi del siglo que justifica más que nunca el apelativo por tratarse de un partido tan grande. Jamás en la historia de la Liga de Campeones, y jamás es jamás, dos equipos de la misma ciudad se han enfrentado por el trono europeo hasta que este sábado lo hagan blancos y rojiblancos, tan necesitados ambos de gloria, unos obcecados con la Décima y los otros opositando a entrar en el club de los mejores.

Tantos argumentos hay para creer en el Madrid como en el Atlético, enemigos íntimos y casi irreconciliables porque la rivalidad crece desde la cuna. En el absurdo debate sobre el favoritismo, absurdo porque no gana ni decide nada, siempre se considera al Madrid más candidato que nadie por tratarse de una final, y más de la Copa de Europa, nueve veces consumado un sueño de ayer y siempre.

Ganó en blanco y negro y también en color, rey del fútbol que lleva demasiado tiempo hablando, casualmente, del trofeo que le falta. Desde aquella volea de Zinedine Zidane en Glasgow , inolvidable gol que queda ya lejano en la memoria (2002), el Real lleva doce años intentándolo, a las puertas de la final en las tres últimas ediciones y reconciliado con su torneo en este año de luz. Pero ¿quién le puede negar la ilusión al Atlético de Madrid?

Tiene argumentos sólidos como para concederle tantas opciones o más. Para empezar, es el único equipo que no ha perdido ni un solo encuentro en la Liga de Campeones, arrebatador en la fase de grupos y admirable a la hora de competir en las eliminatorias. Por el camino ha dejado a enormes escudos como el del Oporto, el del Milán, el del Barcelona o el del Chelsea , todos ilustres y con la caja fuerte más llena de billetes. Pero el dinero es secundario a orillas del Manzanares y el Atlético es rico en espíritu, un equipo que combina esfuerzo, compromiso y talento.

Es una plantilla fantástica , aunque la estrella está en el banquillo, descomunal el trabajo de Diego Pablo Simeone en estos dos años y medio de permanente felicidad por los Melancólicos. El Atlético también tenía derecho a festejar y entierra ese complejo de equipo menor al que todo le salía mal con victorias de prestigio, laureado y reconocido por cualquier aficionado de bien. Sin ir más lejos, ahí queda esta Liga recién consumada , un éxito que nadie discute y que compensa la repetida y cansina teoría del «partido a partido». Y ya solo queda uno, el más importante en los últimos cuarenta años de la entidad rojiblanca.

Pendientes de las estrellas

En el recuerdo de la «casi» de 1974, Luis Aragonés y aquella final por entregas contra el Bayern de Múnich, dolorosa defunción para un genial grupo mejorado por el presente. Pendiente estos días de la evolución de los lesionados, el once del Atlético se entona de carrerilla y acaba en Diego Costa, alma de un grupo que suspira por tenerlo sano en Lisboa.

Lleva ocho goles en Champions (marcó 27 en la Liga) y contagia a sus compañeros porque nadie derrocha tanto coraje y corazón, sensible baja para cualquiera aunque ya se han ganado cosas importantes sin él.

En el Madrid también se trabaja para que estén todos, preocupado Carlo Ancelotti por el estado de Cristiano Ronaldo, Pepe y Benzema. Lo único que tiene claro el técnico italiano es que no puede contar con Xabi Alonso -sancionado-, con todo lo que conlleva, pues es el hombre que da equilibrio a este equipo letal.

El Madrid, desenchufado en el tramo final del campeonato doméstico, sigue siendo una trituradora que vive del gol, exagerada incluso la cifra de tantos a favor en lo que va de competición. Son 37, a más de tres por noche, y con Cristiano disparado como máximo realizador, ya que suma 16.

Hay tardes memorables de los blancos este año, tardes tan soberbias como la de Múnich . Para llegar a Portugal, el Madrid puso patas arriba el Allianz Arena con una goleada de otros tiempos, un 0-4 para consagrar las buenas maneras que propone Ancelotti desde su llegada en una oda al fútbol de contraataque.

Puede que el Real haya circulado a trompicones y queda el regusto amargo del prólogo liguero, pero nadie quiere tanto a la Champions como él. Se juega desde el diván, una batalla psicológica donde la ansiedad y los nervios también participan. Una batalla preciosa en la que, pase lo que pase, ganará Madrid, la capital del fútbol mundial.

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