El Barça dimite en Valladolid

El técnico fue a por la Liga, pero el equipo le respondió con su peor versión ante un Valladolid que fue mejor durante la mayor parte del encuentro. Sólo al inicio de la segunda mitad pareció haber reacción por parte culé, pero al final todo quedó en gaseosa. [Narración y estadísticas]

Incapaz de jugar noventa minutos a un nivel parejo, el Barcelona se entrega esta temporada a las ráfagas pasajeras de lucidez que su laureada nómina de futbolistas pueda tener. Pese a tener opciones en todas las competiciones, sus números así lo indican, los azulgranas proyectan, sobre todo ante rivales inferiores, un tono cansino e indolente; alejado de la necesidad que, como mínimo en Liga, la clasificación les reclama desde hace semanas.

El Barça no puede fallar, lo sabe, pero sigue visitando los campos ajenos, donde se también se juegan cosas –el descenso, en el caso de Pucela–, al trote, sin tensión y esperando a que la luz se encienda por ciencia infusa. Y no sirve. En realidad, bastó con que el Valladolid llenara el centro del campo de garra y contención para cortocircuitar las ideas del rival. Mientras, Gerardo Martino, asistió impotente, otra vez, a una comparecencia preocupante de los suyos pese a pedirles toda la atención del mundo en la previa.

Para hacerse una idea, la primera parte del Barça en Zorrilla compitió, por mala, con el partido completo de hace quince días en Anoeta . Suficientes avisos llevaban ya los azulgranas últimamente, sobre todo a domicilio, como para acometer la visita a Valladolid con un poco más de nerviosismo.

Pero no. Los culés repitieron los desajustes, el desacierto, la total anarquía por momentos, la posesión infructuosa y la deambulación inconexa entre Messi y Neymar, a los que Martino insiste en juntar de inicio. Sobre todo el brasileño, que metió tres goles con su selección el miércoles , vivió una mala sobremesa, bien acompañada por la sombra que la tarde pucelana le reservó para la banda que ocupó en el primeros 45 minutos.

En la segunda parte, ya bajo el sol, tuvo la ocasión más clara para empatar, pero su remate, aparentemente sencillo, se marchó al cielo, más o menos como las opciones del Barça en esta Liga cada vez más fácil para el Madrid.

En el minuto 17, Rossi marcó el único gol del partido tras un lío defensivo marca de la casa. Fue un fruto lógico para la brava salida de los de Juan Ignacio Martínez, quien situó al central Valiente junto a Álvaro Rubio en la medular e inyectó veneno con Rossi y Bergdich, dos pulmones vitales en las ayudas para contener a Alves y Adriano que a la vez no escatimaron energías para crear peligro en ataque.

Los castellanos juntaron las líneas en los tramos de elaboración estática del Barcelona, más previsible que nunca por la ausencia de Iniesta y la pobre mezcla de Xavi con Cesc. Ni siquiera Busquets, voz de la cordura también en los peores ratos, fue capaz de imponer un mínimo criterio en el pase.

Sólo Messi, desasistido por un entorno que parece aburrirle, inquietó a Mariño, pero en realidad el joven portero pucelano sólo tuvo que esforzarse a fondo en dos arrancadas solitarias del argentino, que rompió una racha de cinco jornadas seguidas viendo puerta. El Barça dimitió en Valladolid.