Un bote de gas lacrimógeno siembra el pánico en El Madrigal

Los jugadores de ambos equipos, el trío arbitral e incluso el público comenzaron rápidamente a notar los efectos devastadores del bote: estornudos e intensos picores en los ojos. Inmediatamente y por megafonía, se invitó a todos los aficionados a abandonar el campo en previsión de mayores consecuencias, mientras que jugadores y colegiados dejaban precipitadamente el césped. Fueron momentos de incertidumbre y pánico. El partido era interrumpido a falta de tres minutos para su conclusión.

Con el campo prácticamente desalojado y retirado el artefacto, poco a poco se fue evaporando el humo y, después de veinte minutos de interrupción, se acordó disputar los tres minutos que faltaban del duelo cuando apenas quedaba público en las gradas.

Ya terminado el partido, el presidente del Villarreal, Fernando Roig, lamentó y condenó un acto vandálico que «no representa a la afición del Villarreal. Ha sido alguien que ha venido a hacer mal al club y a hacernos daño», dijo, y añadió que «ha sido un bote de humo parecido al que utilizan los antidisturbios, aunque no es de ellos, pero se trata de algo similar. Ha sido muy molesto porque todos hemos sufrido las consecuencias de ello. Alguien ha querido hacer mal por hacer mal». Roig consideró el lanzamiento del artefacto como algo «totalmente programado» y aseguró que la Policía trata de detener al culpable.

El Villarreal podría sufrir una fuerte sanción, dependiendo de si el Comité de Competición califica estos hechos de infracción leve, grave o muy grave. En el primer caso, la multa sería de 600 euros; las graves se castigarían con apercibimiento o cierre de uno a tres partidos o dos meses y multa de hasta 3.000 euros; y las muy graves, con apercibimiento o cierre de cuatro partidos a una temporada y multa de hasta 30.000 euros.