liga bbva
Con el cuchillo entre los dientes
La intensidad y dinamismo del Atlético supera con creces a un aseado, pero pacato y etéreo, Betis (5-0)
josé manuel cuéllar
Se acerca la hora del partido, esa en la que los jugadores llegan a la antesala de las escaleras que asoman al terreno de juego. Son minutos en los que la mente se va al umbral de los gladiadores cuando salía a la arena circense. ... En el Calderón esa sensación se acrecienta cuando el visitante oye gruñidos al otro lado de la tapia, que no es la del cementerio, pero lo parece. Es la fiera que amenaza, gente que muerde las esquinas, sangre en la mirada. Da igual el rival, da igual la competición, da igual el momento...
El Atlético sale a la arena, ruge el Calderón y los jugadores, cuchillo entre los dientes, se lanzan a por el rival con la fe y el convencimiento de los poseídos, poseídos por el cholismo.
Esta vez el rugido se extendió hasta la red porque a los 14 segundos la joya de la cantera y del fútbol español, Oliver , encontró un pase de la muerte para hundir el puñal en el costado bético. 14 segundos y el Betis estaba contra la pared, acorralado y angustiado.
Lo bueno que tiene el equipo de Mel es que juega al fútbol, y sabe jugar muy bien. Se descompuso poco con este gol el Betis porque siempre quiere tocar, ir arriba y ser fiel a sí mismo. Se expandió por el tapete verde con orden, finura y buen aseo en el movimiento del balón en una escena que quería ser real y era solo una pose.
Derrumbe total
Al Atlético le dio igual. Diez metros más arriba o diez metros más atrás, la intensidad y ritmo que imponía a sus movimientos era brutal, altísimo, dos marchas más que este rival, que cualquier otro rival. El clásico del día anterior parecía un partido de la tercera edad al lado de los de rayas, que corrían como locos, con o sin balón.
Cada contra era medio gol rojiblanco. Al Betis le salvó Sara, con muy buenas paradas, y el árbitro, que se comió un claro penalti de Jordi a Diego Costa que, como siempre, estuvo en todo lo que acontecía por ahí arriba.
A fuer de ser sinceros, no todo en el Atlético fue ir por el balón con los ojos inyectados en acero «pa» los barcos. Hubo también buena circulación de balón, con excelentes cambios de orientación y buen toque en gente como Oliver y Tiago , que son futbolistas de juego excelso.
Fue fruto de la pluma y no del martillo el segundo gol del Atlético, que fue una maravilla. Un tuya-mía entre Koke y Filipe propició la llegada hasta el fondo del lateral. El brasileño, que tiene un guante en la zurda, la puso de cine y el remate de Villa, de 9 nato, fue un peinado al balón excelente. Dos a cero y el partido ya era una autopista para el Atlético.
El Betis , como suele hacer, hizo menos de lo que parecía que hacía. Tocaba mucho y tenía presencia, pero todo parecía etéreo. Y lo pagó porque solo cuatro minutos después Villa , que había olido sangre, sacó las garras para abrir en canal a los sevillanos, que se derrumbaban con estrépito brutal.
El partido derivó en festival atlético, en una continua fiesta que apaleaba al Betis mientras este se iba al suelo, ya sin orden, sin contención, expuesto a cualquier contra.
Con Villa desatado, el Guaje mandó una asistencia de lujo a Diego Costa que no perdonó. Tirito cruzado de zurda al palo contrario y el cuarto. El Betis ya no tenía nada de nada y aquello olía a escabechina total .
Simeone ordenó un carrusel de cambios para proteger el físico de Koke, el tobillo de Diego Costa (que hoy tiene cosas importantes que decir a la FIFA) y la juventud de Oliver, que es un diamante en bruto al que hay que cuidar, y cuidarlo muy bien.
Con el cuchillo entre los dientes
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