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El Rayo Vallecano paga cara su osadía ante el Barcelona
Los de Jémez salieron a jugar a campo abierto y el Barcelona aprovechó los numerosos huecos creados
Hay veces en que la filosofía del Rayo está muy bien. Es muy heroico, muy idealista y muy para la galería eso de salir con la presión arriba del todo, siete por delante del balón, ir a campo abierto a pecho descubierto y dejando al pobre portero vendido al primer corte de balón. [Así hemos narrado el partido]
Solo que tanta osadía se puede hacer con equipos de medio palo, pero si sales al Camp Nou así, dejando veinte metros por detrás de tus defensas y con Messi y Villa en plena carrera lo normal es que en ese salir a dar la cara acaben rompiéndotela en mil pedazos. Porque además, ese ritmo desenfrenado de ir a presionar a los barcelonistas hasta al banderín de córner propio está muy bien, pero lo aguantas veinte minutos y en los otros veinte te tiras resoplando y viendo como Messi te creas cinco ocasiones en seis balones que toque.
Al Rayo le habría venido algo más de equilibrio y un poco menos de suicidio colectivo en ese ir sin parapeto contra las ametralladoras azulgrana. Al segundo balón que cogió Messi en condiciones lanzó una diagonal que dejó el costado zurdo libre de marca. Por allí apareció Villa y la clavó con la maestría de un goleador impecable, de esos que viven por y para el gol.
Contras mortales
Buscaba el Rayo intentar nivelar la situación sin pulmones ni colocación en el campo cuando Villa le devolvió el favor a Messi y se la puso para que el argentino marcase de nuevo (lleva 18 partidos consecutivos haciéndolo). En solo dos zarpazos, el Barcelona había acabado con el idealismo rayista. Se puede jugar como el Barça sin serlo, pero como no tienes jugadores tan buenos lo normal es que lo acabes pagando con tu propio pellejo desperdigado por el terreno de juego.
El encuentro no tenía vuelta de hoja, mucho menos cuando el Rayo no dio ni un solo paso atrás. Por el contrario, se fue aún más arriba, tanto que en las contras solo dejaba a dos defensores ante las contras de Messi y Villa. Es decir, siete balas en el revólver para jugar a la ruleta rusa. No es de extrañar que enseguida llegara el tercero con una galopada de Messi que se fue con facilidad de Arbilla para certificar la defunción del Rayo.
Jémez metió pólvora en el campo con Lass y Tamudo y el ex españolista, que las mete solo mirándolas, acortó distancias nada más salir. No obstante, el que estuvo más cerca del gol fue siempre el Barcelona. Sus laterales, contagiados por la fiesta del Camp Nou entraban como puñales por los costados y en el toma y daca era normal que los vallecanos siempre estuviesen más cerca de irse al tapete que un Barça muy firme y rocoso. Tanto que en ese recrearse desperdiciaron una goleada de escándalo..
