Ferrari sí corre con Vettel

La «Scuderia» ha sorprendido al conseguir que sus monoplazas rojos amenacen la superioridad alemana en el que en principio iba a ser un año de transición. También a Fernando Alonso. El español se debe frotar aún los ojos después del sufrimiento que le suponía al que era su equipo hasta el pasado invierno cada clasificación. Pero en 2015 los Ferrari vuelan cerca de la cabeza mientras el asturiano sigue sudando, ahora con McLaren.

Alonso volvió a ponerse al volante para jugarse un puesto en la parrilla después de perderse la cita inaugural de Australia por precaución tras su accidente. Estaba ansioso por pilotar y por competir en Malasia pese a que auguraba un mal resultado tras lo visto en Melbourne. Lo primero le duró apenas lo que se extendió la Q1, en la que acabó decimoctavo. Y lo de competir parece que tendrá que dejarlo para futuras carreras.

El asturiano está al ochenta por ciento «después de dos semanas en el sofá» por consejo de los médicos, y el MP4-30 en plena pretemporada y con mucho trabajo aún por delante. Porque un Jenson Button a pleno rendimiento apenas pudo colocar su coche un puesto por encima del español y solo los modestos Manor acabaron tras los McLaren.

«Esto es como un test, todavía necesitamos muchas cosas», reconoció al bajarse del coche Alonso, que sin embargo se mostró optimista por los progresos del equipo en dos semanas: «En Australia estábamos mucho más lejos, y si siguiéramos evolucionando como hemos hecho en estos quince días, en tres o cuatro carreras estaríamos en la pole». Pero de momento la mejora solo ha reducido la diferencia en un segundo y el Mercedes de Hamilton sigue pareciendo un avión en la comparación.

Asumida la desventaja y el ingente trabajo por hacer, la peor noticia para Alonso es el renacer de Ferrari, que, si se confirma en carrera y en las próximas citas, cargará sobre los hombros del español el peso de una nueva decisión desafortunada en su carrera.

Tras sus dos títulos con Renault, Alonso apostó por McLaren, que prefirió arriesgar por el talento de un joven Hamilton. Más adelante rechazó a Red Bull, justo antes de que la escudería de la bebida energética se convirtiera en dominadora del Mundial. Regresó a Renault, que ya nada tenía que ver con el equipo que le hizo campeón, y luego firmó por la mítica Ferrari, que en cinco años no supo darle un coche suficientemente competitivo. Ahora, mientras trabaja sin descanso para desarrollar un coche que sigue muy lejos de su potencial, su antiguo equipo remonta el vuelo y se coloca como gran rival de Mercedes.