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Vingegaard lo hace todo: caída, victoria y liderato

El gran favorito logra su primer triunfo en un puerto de segunda después de caerse con sus compañeros del Visma

Clasificaciones. Etapa y general

Vingegaard se impone al italiano Ciccone reuters

El personaje nuclear de la Vuelta a España levanta el pulgar y lanza un beso después de deslizar y dañarse el codo en una rotonda junto a la mayoría de sus compañeros del Visma. Tipo familiar en extremo, Jonas Vingegaard tranquiliza a su esposa ... y a su hija que lo ven desde el lago de Annecy, en Suiza. Es chapa y pintura, según los usos y costumbres del pelotón para explicar que solo hay arañazos. El danés tiene jornada completa y protagoniza todo. En el primer final en alto de la ronda, una suave cima de segunda categoría (Limone Piemonte), exprime las piernas y estira el cuello para arrebatar a Ciccone el éxito que ya saboreaba. Sin abrumar como Pogacar, primera captura del unánime favorito a ganar la Vuelta, que ya viste la 'Roja' de líder.

A Vingegaard siempre le va a perseguir la comparación con Pogacar. No queda otra. Es el único ciclista que ha demostrado capacidad para derrotarlo en las grandes rondas. Para las clásicas está Van der Poel, en el empedrado de París, Van Aert. Y pocos más en el mundo pueden aspirar a doblegar al prodigio esloveno, el mejor ciclista que han visto generaciones y generaciones de aficionados.

El danés recibe un sueldo formidable, por encima de los cuatro millones anuales, en razón a su caché como doble ganador del Tour de Francia en plena era de dominio Pogacar. Y el bagaje que acumula esta temporada es muy escaso, dos victorias en la modesta Vuelta al Algarve.

Durante este tiempo Pogacar ha ilusionado a aficionados de medio mundo con sus exhibiciones portando el maillot arcoíris. Clásicas gigantescas, Strade Bianche, Tour de Flandes, Flecha valona, Lieja; carreras de una semana, el Dauphiné; y la guinda del pastel, el Tour de Francia.

Todo lo ha visto Vingegaard desde otras competiciones, el salón de su casa o sobre el terreno en Francia, a corta distancia del genio esloveno. Demasiada distancia entre los premios de uno y otro. La Vuelta tiene por eso una aire reivindicativo para el danés, a menudo denostado por su ausencia de carisma y encanto respecto al rival que el destino le puso enfrente.

Tirita rosa

Vingegaard, que lleva un tirita rosa para una presunta respiración confortable, estuvo a punto de dar la razón a sus críticos. Resbaló en una rotonda y cayó junto a la mitad de los ciclistas del Visma. Solo el francés Axel Zingle eclosionó de verdad y después de buscar la furgoneta de la Croce Rossa (la Cruz Roja italiana), decidió seguir en carrera con la apariencia de fuertes dolores.

Había equilibrado el día respecto a la fuga el conjunto suizo Q36.5 (ropa de ciclismo con la temperatura ideal del cuerpo), en busca de una oportunidad para el británico Tom Pidcock. Ese ritmo fue una manera de romper el aburrimiento del pelotón, casi castrado por un perro que amenazó con saltar de la acera.

Con el puerto dulce a la vista, los equipos formaron en columna como es costumbre. Un ritmo de 37 km/h. inducía pensar en que la montaña no era el Angliru. Pero había que subirla a todo tren y el Lidl entendió que Ciccone estaba a la altura del mejor. Por allí pulularon Egan Bernal, Joao Almeida y Juan Ayuso, pero la pegada definitiva fue el golpe de cadera de Jonas Vingegaard sobre la voluntad de Ciccone, que se veía ganador. Y así la Vuelta tiene a su favorito de rojo.

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