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Giro de Italia

Mikel Landa no flaquea en su sueño de ganar el Giro

Igualdad entre los mejores en una etapa reina que decepciona, con el Mortirolo y San Cristina. Victoria de Hirt

Landa, en el grupo de Carapaz Afp
José Carlos Carabias

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Se exhibe el Giro por sus montañas mágicas, los Dolomitas convertidos desde hace décadas en santuario del ciclismo, sus cumbres imponentes, sus vericuetos por las praderas verdes, sus apellidos míticos, puertos que son parte del ideario colectivo, esa franja de 300 kilómetros alineada con Suiza ... y Austria. Llega el Giro a la etapa reina, el temible Mortirolo por su lado amable, el Valico de Santa Cristina donde se vivió la primera pájara de Induráin, el tremendo Goletto di Caldino que une el Lago di Garda con los Alpes... Y nada importante sucede. Es una máxima del ciclismo, vísperas de mucho, días de nada. Una fuga de veinte que remata Hirt en Aprica, una cabalgada de Valverde sin premio, el amago de aparición de Landa y el 'landismo', Almeida con ligera pérdida haciendo la goma, la valentía de Nibali. Y hasta ahí. Cierta decepción porque la etapa tenía todos los condimentos. La general sigue con Carapaz al frente a la espera de nuevas emociones por el norte de Italia.

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