El arco iris, en casa de Freire
Para saber de un sitio nada como preguntar a un lugareño. Eso han hecho desde hace más de un año muchos ciclistas: buscar a un vecino de Mendrisio para que les informe sobre el trazado del Mundial que se disputará este domingo. Y, claro, qué ... mejor vecino que Óscar Freire, el tricampeón mundial que vive justo en el centro del recorrido. «El punto más alejado del circuito está a tres kilómetros de mi casa y el más cercano a uno», cuenta rotulando un círculo con su dedo índice sobre el mantel. Dándole forma de una diana. Y su hogar está en el eje. «Sé que tengo la oportunidad de ser el primer corredor que gana cuatro mundiales». La bandeja de oro pasará por su portal. Su primer maillot arcoiris fue en Verona-99. El segundo, en Lisboa-01. Y el tercero, de nuevo en Verona, en 2004. Mañana, el arco multicolor aparecerá sobre las cinco de la tarde en Mendrisio. Reflejado en las ventanas del domicilio de Freire.
«Estoy bien, pero no tan bien como en otros momentos de mi carrera», rebaja. Es su tono fatalista. En 2010 se retirará y nunca ha podido esquivar las lesiones. Tiene estructura de porcelana. Frágil. Una obra maestra de la genética. A tomar sólo a sorbos: en la Milán-San Remo, en sprints del Tour y, sobre todo, hecho para brindar en el Mundial. Al principio de 2009 se rompió una costilla en la lejana Vuelta a California. Vio la Milán-San Remo desde el sofá. Ganó un par de sprints en Romandía y ni la Vuelta a España le sirvió para recuperar su pegada. Desde ahí, desde la contrariedad, han llegado casi todos sus éxitos. Atención: Freire llega al Mundial tras uno de sus peores años.
«Es el recorrido más difícil de los últimos mundiales», define. ¿Demasiado duro? «Bueno, también el de Lisboa era durísimo, la gente se lo tomó con más calma y lo gané». A Freire le gusta aparecer cuando no le esperan. Es el vecino más ilustre del Coldrerio, el lugar donde mañana sale el arcoiris. ¿El cuarto?
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