El Real Madrid sella su pase para la Final Four

A este Real Madrid de Laso y de los récords se le atragantaba Estambul. La capital del Bósforo se había convertido en una ciudad maldita para el equipo, incapaz de ganar allí en los últimos años. Apenas un triunfo en siete visitas. Balance desolador para tener que buscar allí el billete para la Final Four . Aún así, los blancos se despojaron de cualquier el miércoles de sus fantasmas con un triunfo que le devolvía la fe en su juego y el viernes certificaron esa mejoría con otro gran partido en Estambul, con el que eliminaron a un peleón Darussafaka que nunca bajó los brazos .

Aún así, el ambiente familiar del Volkswagen Arena nada tendrá que ver con el que se encontrarán en el Sinan Erdem Arena el 19 de mayo, cuando se enfrenten al Fenerbahçe por un puesto en la final con la grada teñida de amarillo.

Será entonces el momento de comprobar si el Real Madrid ha superado ya su fobia a Turquía, para la que Laso parece haber encontrado el antídoto. La concentración en el inicio de partido sentó las bases del triunfo blanco. La superioridad de Randolph y la velocidad de Llull desarbolaron al Darussafaka en esos primeros compases en los que el único salvavidas de los turcos era Wanamaker . El americano cortó el parcial de 11-0 que había situado al Madrid con ventaja, pero su equipo seguía sin funcionar.

Se desesperaba Blatt , incapaz de encontrar la fórmula para frenar el vendaval ofensivo de su rival. Ayón, Carroll, Doncic... hasta Thompkins apareció para firmar uno de sus mejores partidos del año . Ausente el miércoles por una lumbalgia, el pívot firmó nueve puntos casi consecutivos en el segundo cuarto para abrir la senda hacia la Final Four (28-36, min. 17). Eran los mejores minutos del Real Madrid, cuya única y casi exclusiva preocupación era parar a Wanamaker.

Ni Zizic ni Wilbekin , protagonistas principales en la serie de cuartos de final, aparecieron ayer para echar una mano a su compañero y la ventaja fue creciendo de manera preocupante para ellos (54-63, min. 28).

Una discutida falta sobre Carroll provocó las protestas de Harangody y Blatt, castigadas con sendas técnicas que pusieron la diferencia en catorce puntos antes del último cuarto (58-72). Una distancia abismal que habría acabado con cualquier otro, pero no con este Darussafaka de la fe inmensa que llegó a ponerse seis puntos a dos minutos del final. No consumó su remontada porque la muñeca de Llull serenó los ánimos y selló el pase blanco a su cuarta Final Four en cinco años.