Fútbol
La confusa vuelta de honor de Correa
El jugador se despide en el campo y en las redes, pero el Atlético recuerda que tiene contrato hasta 2026
La ilusión del Atlético es Julián Álvarez

Fue una despedida con todas las letras: gol en el campo, lágrimas, abrazo con los capitanes, camiseta al aire y vuelta de honor al Metropolitano. Después de mil rumores en cada mercado de fichajes, esta vez las señales eran más que elocuentes: Ángel Correa ... se iba del Atlético de Madrid... O eso pareció.
Unas horas más tarde, el club lo negó. En un comunicado frío, casi notarial, recordó que el jugador «tiene contrato en vigor hasta 2026» y que «nadie ha trasladado una oferta». El gesto emotivo del argentino y la reacción tajante del club abrieron un cortocircuito entre el sentimiento y la letra pequeña. Nadie entendía la reacción del club hacia un jugador que en diez años no ha tenido un mal gesto.
El argentino, con 465 partidos y 88 goles como rojiblanco, vivió un último partido en el Metropolitano muy a su manera: saliendo desde el banquillo, maximizando los minutos al marcar el cuarto gol ante el Betis y abrazado al final con Koke, Oblak, Giménez y alguno más de sus compañeros. Cuando ya no quedaba casi nadie en el estadio regresó al círculo central y miró a la grada una última vez. Luego lo escribió en Instagram: «Hoy viví mi último partido en casa con esta camiseta que tanto amo». La frase no dejaba lugar a interpretaciones.
Y sin embargo, el Atlético quiso interpretar. Lo hizo con una nota oficial que contenía dos verdades y una intención. Las sentencias: Correa tiene contrato hasta 2026 y no hay acuerdo formal con nadie. La intención: evitar que el adiós parezca una cesión gratuita o un favor personal. En el comunicado late el conflicto entre un club que necesita vender con dignidad y un jugador que no quiso irse sin un último reconocimiento en la que ha sido su casa durante los diez últimos años.
«Hoy todavía sigue con nosotros. Más allá de lo que pueda suceder, Ángel es un emblema del Atlético de Madrid», dijo Simeone en rueda de prensa. «La gente lo quiere y tiene mucho afecto con él, por el compromiso, por la entrega y por el talento».
No es la primera vez que Correa suena como salida. Ya en otros veranos estuvo cerca de irse. Pero esta vez no hay medias tintas. Lo ha dicho él. «Fue un cúmulo de recuerdos, emociones y gratitud», escribió. Todo apunta a que su destino será el Tigres de México, un movimiento que no termina de convencer al Atlético. Se habla de una oferta de 7 millones de euros, y la cantidad que no satisface en los despachos del Metropolitano.
Pero Correa, fiel a su estilo, ya ha decidido. El mismo que llegó en 2014 y tuvo que esperar un año para debutar tras una operación en el corazón, el mismo que fue revulsivo, suplente recurrente, autor de goles que valían una liga o clausuraban para siempre un estadio. Símbolo de resistencia callada, ha elegido cuándo decir adiós. Incluso si la firma aún no está estampada ni la transferencia confirmada. El Mundial de Clubes será su última estación como colchonero. Después, todo indica que se irá. Aunque el Atlético aún no pueda ni quiera escribirlo.
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