Fútbol y actitud del Atlético

El himno de la Europa League posee una entonación suave, algo lánguida en el inevitable contraste con la solemnidad de la Champions, que en su letra recoge la grandeza de la competición (« Aquí están los mejores , los maestros, los grandes equipos, la Champions»). La Europa League habla del vínculo entre los aficionados y su escudo, entre la emoción y el fútbol, apela a la energía de este deporte que seduce y hechiza.

Algo de eso se observa en el trasvase del Atlético, de la créme en la Champions, al sueño de consolación en la antigua UEFA. El público responde porque se motiva con un título, el equipo se crece porque compite a un alto nivel, pese a que delante no está el Chelsea multimillonario sino el Lokomotiv, líder de la liga rusa que no accedería a la zona media del torneo español. Pero ahí está el Atlético, luchando en cada cita como si fuera la final de Lisboa, o la de Milán, porque así lo ha adiestrado Simeone, el eje de este guión.

En el Atlético se lesionó Oblak y compareció Axel Werner, portero argentino de cierta envergadura (1,92), fino como Leo Franco y de aparente temple sereno. El Lokomotiv no lo requirió en el primer tiempo, alejados los rusos de las zonas de conflicto. Atajó seguro un tiro en la segunda mitad. El partido amaneció con el Atlético a toda pastilla, sin rescoldos dolorosos de la Liga que se medio esfumó con la falta de Messi.

Jugó bien la tropa de Simeone, en labores entrenadas de toque y combinación, profundidad por las bandas y balones a Griezmann, que es el más lúcido. Tuvo unas cuantas ocasiones el Atlético y convirtió la menos previsible. Agarró Saúl un zurdazo , medio parado, armando el tiro sin carrerilla desde muy lejos y el esférico penetró zumbando por la escuadra. Estupendo chut y mejor reacción de los rojiblancos, que buscaron más y no especularon.

El equipo no se recostó en tablas, sino que mostró ambición y recursos. Con Diego Costa la vida es otra: el verdejo y las revolconas, perfecta unión de sabores en un maridaje potente. El delantero empuja, corre y remata todo lo que cae por su balcón, como si fuera Falcao. El segundo gol fue un rechace de concentración y fe.

Enorme partido de Saúl y Thomas en la zona de carga. Koke sigue un punto por debajo en el escalafón, pese a que se dio el gustazo de marcar el tercero. Con los cambios, el Atlético siguió gobernando aunque sin la contundencia y la claridad de antes, pero con la firmeza de saber que está delante de su competición este año.