Pekín deja paso al Londres «heavy»

PABLO M. DÍEZ CORRESPONSAL

PEKÍN. Los Juegos Olímpicos de Pekín concluyeron anoche como habían empezado: a lo grande. Con otra ceremonia casi tan espectacular como la de inauguración, la capital china culminó su puesta de largo ante el mundo después de tres décadas de crecimiento ... económico y pasó el testigo de los próximos Juegos a Londres.

Aunque algo menos vistosa que la apertura, la gala de despedida volvió a hacer alarde de las multitudes que asombraron al mundo el pasado día 8 en otro espectáculo también dirigido por Zhang Yimou. Este cineasta, autor de títulos como «Sorgo rojo», «Vivir» o «Hero», puso sobre el escenario del Estadio Olímpico a unos 7.000 figurantes con trajes de plata iluminados que dieron la bienvenida a los representantes de los 204 equipos nacionales que han participado en estos Juegos. Entre ellos se hallaba el abanderado español, el ciclista Joan Llaneras, quien ocupó las pantallas más tiempo de lo habitual gracias a las dos medallas (una de oro y otra de plata) que ha ganado en estos Juegos.

Tras repasar en la pantalla que circunda el perímetro del «Nido» los momentos más emotivos de los Juegos, Pekín entregó el relevo a Londres 2012. Frente a la armonía oriental de la que ha hecho gala la capital china, la británica se presentó como adalid de la modernidad y de la cultura «pop». Y es que a su alcalde, Boris Johnson, le queda por delante una titánica tarea si quiere mejorar el buen sabor de boca que han dejado estos Juegos.

Por ello, el icono más reconocible de Londres, el típico autobús rojo, irrumpió en el escenario en medio de una música atronadora. De su interior salieron Jimmy Page, el guitarrista del legendario grupo de «heavy» «Led Zeppelin», y Leona Lewis, la ganadora del concurso «Factor X». Bajo una acústica que dejaba bastante que desear, ambos interpretaron el tema «Whole lotta love» mientras otro símbolo británico, el astro del fútbol David Beckham, hacía un saque de honor y lanzaba el balón hacia un grupo de voluntarios que rompían su disciplina marcial y se peleaban en el suelo por él.

A continuación, el fuego que ha prendido en el pebetero del Estadio durante los últimos 16 días empezó a extinguirse mientras una torre mecánica era elevada en el centro del recinto. Ataviados con unos brillantes trajes de color rojo, casi 400 figurantes escalaron la torre y, colgándose con unos arneses de sus hierros, utilizaron sus cuerpos para formar en su fachada el logotipo de Pekín 2008 para deleite de los 90.000 espectadores que abarrotaban «El Nido».

Mucho trabajo para Londres

Como no podía ser de otra manera, en China, el país que inventó la pólvora, una espectacular traca de fuegos artificiales dibujó los cinco anillos olímpicos, iluminando la noche pequinesa con una explosión de color y dando paso a las actuaciones musicales. En este fin de fiesta, primero le tocó el turno a la canción «Beijing, Beijing, I love Beijing« («Pekín, Pekín, amo Pekín»), interpretada por cinco artistas orientales, entre ellos la estrella del «pop» surcoreano «Rain».

Pero, sin duda, el momento más brillante de la ceremonia tuvo lugar cuando el tenor español Plácido Domingo interpretó el tema «The flame of love» («La llama del amor») junto a la soprano china Song Zuying, una soldado del Ejército Popular de Liberación famosa por sus cualidades musicales. Con otras dos canciones más, la ceremonia llegó a su punto final, dejando un listón tan alto que, al igual que ocurrió con Barcelona 92, será difícil que Londres o alguna otra ciudad puedan superar en mucho tiempo.

Al terminar la fiesta para el público, comenzó la diversión para los 75.000 voluntarios que, tocados con su característica gorra y con la ya emblemática camiseta blanquiazul, han ayudado a los turistas, deportistas y periodistas que han acudido a Pekín con motivo de las Olimpiadas. Con el entusiasmo que les ha caracterizado y la satisfacción por el deber cumplido, estos jóvenes aprovecharon la oportunidad para fotografiarse junto a sus ídolos del deporte y a Plácido Domingo, a quien paraban constamente para pedirle autógrafos.

Pekín 2008 ya es historia y la llama sagrada del deporte esperará cuatro años para volver a arder con la misma intensidad en Londres 2012.

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