Barrichello ejerce de «pupas» ante su parroquia

Y aquí se vivió la montaña rusa de las emociones para la «torcida», que ya se solazaba con su compatriota Rubens Barrichello en el disparadero de la «pole», Button desplazado al pozo en la parrilla (decimocuarto) y un torrente de sensaciones preparadas en el vestuso trazado de los dos lagos.

Todo lo que podía pasar, sucedió en la primera vuelta desquiciante en la que la energía de los pilotos se transformó en fibra de carbono esparcida por la pista como ronchas de piel sobre el césped. Sutil impactó contra Trulli cuando ya parecía ordenada la carrera en la cuarta curva y de ahí, a la vorágine. Sutil se llevó por delante a Alonso en su intento por volver a pista marcha atrás y la carrera se terminó para el asturiano.

Mientras el español se marchaba a la caseta, Trulli y Sutil casi llegan a las manos en su intercambio de pareceres sobre la culpabilidad del trance. Raikkonen se quedó sin alerón delantero, y lo mismo le sucedió a Kovalainen, quien al salir del garaje se llevó la manguera puesta y provocó un pequeño incendio frente al Ferrari de su compatriota.

Coche de seguridad, cuatro abandonos en el primer giro, pero Barrichello en la punta para satisfacción de sus paisanos. La gente de Interlagos se negaba la memoria. Había olvidado, o quería hacerlo, el minuto de gloria de Massa el año pasado antes echarse a llorar cuando se enteró de que Hamilton había rebasado a Glock. Brasil iba a condecorar a un brasileño y a prolongar la lucha hasta Abu Dhabi.

Una parada catastrófica

Pero Barrichello realizó su primera parada. Cambió ruedas y echó gasolina. Y se convirtió en el «Pupas». Se encontró demasiado tráfico, bajó su ritmo y, mientras la carrera discurría desbocada con adelantamientos constantes y un Kobayashi espectacular en su debut, Barricheló claudicó.

De repente, le habían sobrepasado en los repostajes Webber y un sorprendente Kubica. Y cundió el desánimo en el veterano de 37 años. En el ecuador de la carrera era tercero, mientras Button recortaba puestos por detrás. De nada le sirvió el ánimo de los suyos. Pinchó a 17 vueltas del final y arruinó su candidatura. Button, con la hoja de cálculo en la mano, llegó hasta la quinta posición, suficiente para coronarse como el séptimo británico campeón de la F-1 y el número 31 en la historia.