Jordan Spieth no baja el ritmo pese al ataque de los grandes nombres mundiales

A primera vista, parecía arriesgado apostar por un chaval de 21 años que afrontaba su segunda visita al National Golf Club. Pero después de ver cómo se desenvuelve por el campo y cómo reacciona ante sus escasos fallos, hay que darle un voto de confianza. Si un día afortunado lo puede tener cualquiera y dos son difíciles de acumular, lo visto en la tercera jornada no deja lugar a la duda: Spieth es todo un campeón. No es fácil salir a este campo con seis golpes de renta sin dejarse llevar por la relajación y por un cierto talante conservador, algo que siempre evitó. «Sabía que tenía que hacer una vuelta bajo par y seguí con mi estrategia agresiva de esta semana –declaró–. Tengo mucha confianza en mi juego y no me importó arriesgar en momentos determinados». Así lo hizo en el hoyo 18, cuando se metió en problemas y realizó el que denominó «uno de los mejores golpes de mi vida». Porque después de una ronda de lo más movida (siete «birdies» y tres «bogeys») se enredó en el hoyo 17 con un doble fallo y en el último agujero tiró la bola contra el público.

Lo que podía haber sido una catástrofe lo solucinó con gran acierto y se dejó una oportunidad inmejorable de cara a la última vuelta de hoy. «Sólo debo hacer mi juego y recordar los buenos 'putts' de hoy para animarme», concluyó esperanzado. A su estela hay nada menos que cuatro ganadores de «majors» como Justin Rose (-12), Phil Mickelson (-11), Rory McIlroy -6) y Tiger Woods (-6), aunque parece que sólo los dos primeros, junto a Charley Hoffman (-10) estrán en disposición de atacarle.

La chaqueta verde, en principio, es cosa de cuatro. Y, pese a que la esperanza es lo único que se pierde, el número uno mundial no parece tenerlas todas consigo. «Debería firmar un 61 o un 62 el domingo para tener alguna opción... y viendo cómo está jugando Jordan no me parece muy realista». Palabra de Rory.