FC BARCELONA
Messi mantiene el estado de alerta sobre su futuro
El voto a Mourinho como tercer mejor entrenador se entiende como un guiño al Chelsea y preocupa más que sus dudas verbales sobre el próximo año.
P. RÍOS
Leo Messi no habla mucho con los medios de comunicación. No aparece por las zonas mixtas tras los partidos del Barça ni pisa la sala de la prensa de la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, un habitáculo que posiblemente no sepa ni dónde está ... ubicado pese a que se construyó en la etapa de Pep Guardiola. Cuando se va con la selección argentina sí hace más declaraciones, aceptando que debe hacerlo como primer capitán (como azulgrana tiene a Xavi e Iniesta por delante en la jerarquía). Aunque sus apariciones públicas son esporádicas, puede que en los dos últimos años haya repetido seis veces el tópico de que «uno nunca sabe dónde estará el año que viene» como forma de coletilla aburrida de futbolista con poco verbo a preguntas sobre su futuro.
El lunes, en la gala del Balón de Oro, durante la rueda de prensa previa a la entrega, volvió a decirlo cuando le recordaron su deseo de retirarse un día en Newell’s, el club argentino de su corazón. Lo rodeó de una frase más amplia: «Siempre dije que quiero retirarme en el Barça». Veinticuatro horas antes había asegurado en Barça TV que no tenía pensado cambiar de club. Cristiano Ronaldo había recurrido al mismo tópico en el sillón de al lado un minuto antes. Pero nada evitó que la lectura mundial que se hizo de la situación fue que Messi dejaba en el aire que podía estar planeando su marcha. Sin esperar a sus palabras posteriores, la prensa inglesa lo colocó en sus portadas: unos le situaron en el Chelsea y otros, en el Manchester United.
Tras la entrega del galardón a Cristiano Ronaldo, un hecho aceptado de forma elegante y deportiva por el argentino, Messi tuvo que volver a explicarse con un hastío que anticipa que volverá ‘a la nevera’ para no hablar durante un tiempo. Dos apariciones públicas en 48 horas le han servido para recordarle que tiene que medir cada palabra para no meterse en líos. En el fondo, se lo ha ganado. «Me cansa tener que aclararlo todo; era una forma de hablar. Claro que continuaré en el Barça. No me muevo, ¿Si recibiré mi quinto Balón de Oro de azulgrana? Sí, seguro… pero no me preocupa el premio», explicó con unas declaraciones que muchos omitieron en las horas posteriores porque era más jugoso escucharle dudar antes sobre el año que viene.
«Mi relación con Luis Enrique es la normal de un entrenador con un jugador, como cualquier otro en el vestuario», manifestó sobre sus diferencias con el técnico asturiano. Tampoco le valió eso, ni la aplicada actuación del domingo ante el Atlético, para que se vendiera de nuevo que el mal rollo con el entrenador se mantiene aprovechando su rostro serio cuando Luis Enrique hablaba de él en el vídeo de introducción, a diferencia de la cara sonriente que mostró cuando lo hacía Pablo Aimar. Al primero le ve cada día y era esperara su participación, pero lo del segundo, su primer ídolo y luego amigo, sí era una sorpresa que le iluminó el rostro.
El verdadero peligro
Sin embargo, pasó más desapercibido el hecho que más debería preocupar al barcelonismo y que mantiene el estado de alerta sobre su futuro: el voto a Mourinho como el tercer mejor entrenador por detrás de Sabella y Guardiola. Pudiendo elegir a Löw o a su compatriota Simeone, se decantó por el técnico que en el Madrid ordenaba cazas que atentaban contra su físico y que se ponía la mano en la nariz cuando Messi pasaba cerca suyo haciendo gesto de que olía mal. Pero claro, ahora es el entrenador del Chelsea, donde juega su amigo Cesc Fàbregas, y hay que limar asperezas.
«Mourinho es un gran técnico. Más allá de que te guste o no como persona, no hay que olvidar que es un grandísimo entrenador», comentó Leo en un ataque inesperado de juicio deportivo. Él, que no votó a Cristiano entre los tres mejores jugadores, con lo que su argumento pierde peso. Aunque el domingo aseguró que su padre, Jorge Messi, no había hablado con el Chelsea, el refranero español está cargado de frases que explican una situación que sí puede darse y que se está dando: Antonella, la pareja de Leo, es íntima amiga de Daniella, la pereja de Cesc, y se ha enamorado de Londres hasta el punto de que va a visitarla a menudo. Eso sí que es un peligro para el Barça. Y, sea posible o no la operación, seguro que el entorno de Messi ha pensado que un guiño a Mourinho nunca está de mas en estos casos.
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