la biblioteca viajera
El Valle de Nietzsche, la montaña de Mann
De la extrema sencillez de la casa del filósofo al lujo del sanatorio (hoy hotel del lujo) de 'La montaña mágica'
Cuerpo y persona, según Nietzsche y otros
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Iniciar sesiónEl filósofo va de aquí para allá, le torturan las migrañas, la vista se oscurece. Es alemán, pero prefiere la tibieza del clima mediterráneo. Después de diez años, Friedrich Nietzsche ha perdido su cátedra en la Universidad de Basilea. En Sils-María, valle ... de la Alta Engandina, accede a un universo autónomo que le libera de topografías torturantes: «Esto no es Suiza, no es Recoaro, sino algo completamente distinto; en todo caso, algo mucho más meridional… Este Sils-María trataré de conservarlo», escribe a su amigo Peter Gast el verano de 1881. Irá allí hasta media docena de veces. En Sils-Maria escribirá o concebirá 'La gaya ciencia', 'Así habló Zaratustra', 'Más allá del bien y del mal', 'El ocaso de los ídolos' y 'El Anticristo'.
En 1883, sus terceras vacaciones, Nietzsche acaricia la posibilidad de construirse una casa propia: sería de madera con dos habitaciones, en la península que se adentra en el lago de Sils donde, en otro tiempo, se enclavó una fortaleza romana.
Extrema sencillez
El filósofo se hospedó primero en el hotel Edelweiss y luego en un cuartito de la casa del alcalde por un franco al día. La casa es también un comercio de ultramarinos: «En la misma casa en que vivo puedo comprar biscuits ingleses, corned beef, té, jabón y, en realidad, todo lo imaginable, lo cual representa una comodidad», celebra.
Convertida en museo, la casa de Nietzsche puede visitarse hoy. Hallaremos fotografías, manuscritos, primeras ediciones y las huellas de otros visitantes de Sils-María: Thomas Mann, Theodor Adorno, Paul Celan, Hermann Hesse, Robert Musil, Pablo Neruda….
La habitación del filósofo conserva su estado primigenio de una extrema sencillez mobiliaria: cama, mesa, silla, diván, lavamanos, espejo y lámpara. Además de museo, la casa es una residencia para la legión de seguidores del autor de 'Así habló Zaratustra'. Por un precio razonable se puede revivir la rutina cotidiana de Nietzsche y disfrutar de una biblioteca con casi cinco mil volúmenes.
Cuatro horas de viaje del valle de Nietzsche a la montaña mágica de Thomas Mann en Davos. Una vez allí, el funicular remonta en pocos minutos los 1.865 metros que nos separan del sanatorio en el que Mann visitó a su esposa Katia en 1912. Concebida como novela corta, 'La montaña mágica' ganó altura hasta convertirse en obra capital de la cultura europea de la que este año –se publicó en 1924– conmemoramos el centenario.
El sanatorio es en la novela el Sanatorio Internacional Berghof al que arriba Castorp para visitar a su primo Joachim Ziemssen: «Todo esto está a una gran altura, y nosotros mismos nos hallamos a una altura espantosa. Nada menos que mil seiscientos metros sobre el nivel del mar. En estos niveles, las alturas de las montañas ya no se perciben», advierte Joachim a Hans.
Hotel
'La montaña mágica' de Castorp, Settembrini, Clawdia Chauchat y Naphta pasó de ser un refugio de tuberculosos a paraíso de la riqueza cosmopolita en el Berghotel Schatzalp. Consultamos la web del hotel que fue sanatorio: «En Schatzalp los huéspedes siempre han disfrutado de un trato preferencial: emperadores, princesas, personajes famosos con nombres sonoros… y tú. La hospitalidad genuina significa que todos deberían sentirse como reyes en nuestra casa. El discreto y atento personal garantiza aquí, a 1865 metros de altitud, una estancia inolvidable, desde la primera 'Bienvenida' hasta el último 'Au revoir'». Hotel, con chalet, village y un apartamento, el Schatzalp dispone de 92 habitaciones.
Cinco años después de la publicación de 'La montaña mágica', en 1929, los filósofos Ernst Cassirer y Martin Heidegger se allegaron en Davos para batirse en un duelo dialéctico que pasó a la historia como el «coloquio de Davos».
El signo de los tiempos hizo que de la filosofía se pasase a la economía. Desde los años setenta el Foro de las grandes potencias económicas en Davos. El lucrativo 'negotium' sobre el creativo 'otium'. Aunque, como advirtió Nietzsche, el ocio es el principio de toda psicología. ¡Oh tempora, oh mores!
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