La última gran Roma de la Antigüedad que la inteligencia artificial no puede recrear
Dos historiadores españoles reconstruyen virtualmente al detalle la ciudad eterna en época del emperador Constantino
¿Cómo era el Coloso más famoso de Constantino? La reconstrucción virtual de dos arqueólogos españoles difiere de la réplica de los Museos Capitalinos
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Iniciar sesiónNazario escribió en el siglo IV de nuestra era que «la única manera de olvidar a Constantino es destruir la humanidad», sin atisbar entonces cuánta razón tendrían sus palabras. La Historia no sería tal como la conocemos si ese hijo de un militar de ... alto rango nacido en la actual Serbia en el siglo III y llamado Flavio Valerio Constantino no se hubiera abierto camino en el Imperio romano, venciendo a Majencio en la famosa batalla de Puente Milvio y unificando los territorios de Oriente y Occidente bajo su mando al derrotar a Licinio en el 324 d.C. Tras largo tiempo, un Imperio unificado volvía a tener un único emperador. Y por primera vez, un emperador cristiano que dejó una impronta indeleble.
«Constantino es uno de los personajes que más ha influido hasta nuestros días, es el símbolo del poder universal por excelencia y la persona que catapultó a la Iglesia católica hasta hoy», sostiene el arqueólogo Néstor F. Marqués, conocido divulgador de la cultura romana a través de su proyecto 'Antigua Roma al día'.
Marqués y el historiador del arte y también arqueólogo Pablo Aparicio, especialista en virtualización del patrimonio, acaban de publicar 'La Roma de Constantino' (Desperta Ferro), una aproximación visual fidedigna a «la última gran Roma de la Antigüedad» que, según los autores, cuenta con el apoyo y la validación de expertos como Mary Beard o Paolo Liverani.
¿Cómo era el Coloso más famoso de Constantino? La reconstrucción virtual de dos arqueólogos españoles difiere de la réplica de los Museos Capitalinos
Mónica ArrizabalagaPolicromada en algunas partes, tendría una diadema dorada y la mano izquierda que sostenía la esfera y la victoria más baja, posiblemente apoyada sobre la pierna
«Nos enorgullece decir bien alto que hemos usado un 0% de inteligencia artificial, porque la IA no es capaz de llegar a esto. Es un trabajo casi quirúrgico en el que cada detalle, de a veces tan sólo un píxel, está cuidado y está ahí por alguna razón. Nada se ha dejado al azar», subrayan ambos historiadores de la empresa 3D Stoa-Patrimonio y Tecnología.
Basándose en los datos histórico-arqueológicos más actualizados y en una extensa bibliografía, Marqués y Aparicio presentan reconstrucciones 3D virtuales de la ciudad eterna hacia el año 337 en que muere el emperador Constantino, con sus circos, anfiteatros, templos, termas, arcos y mausoleos romanos, sus primeras basílicas cristianas y sus estatuas colosales.
Muestran, por ejemplo, el Arco de Constantino que el Senado erigió en honor del emperador para conmemorar su victoria contra Majencio, con toda su policromía y sus mármoles de vivos colores. Su visión debía impactar a cualquier ciudadano romano que se acercara por la Vía Triunfal. Desde la distancia, el hoy perdido coloso del Sol que dio nombre al Coliseo acompañaba al victorioso Constantino en bronce que conducía una cuádriga sobre el arco honorífico. Y desde más cerca, la gigantesca estatua del dios protector del emperador se enmarcaba dentro del vano central del monumento. «Es la primera vez que se representa gráficamente esta perspectiva y con este nivel de fidelidad, porque tenemos el arco, sabemos cuánto medía el coloso, dónde estaban colocados todos los elementos de la plaza que se conjugaban para crear esa vista que tendría la gente», resalta Marqués.
En el año 315, cuando se inauguró el Arco de Constantino, aún «esa relación entre Sol y el emperador existía al menos de manera pública», continúa Aparicio. Una señal, a juicio de estos historiadores, de que Constantino no abrazó oficialmente el cristianismo tras la batalla de Puente Milvio, como se ha venido creyendo. Y de que al establecer la libertad de culto por el edicto de Milán en el año 313 «lo único que hizo fue ratificar una decisión del emperador Galerio para mantener la estabilidad de Roma».
«Con este signo vencerás»
Fuentes cristianas, como Lactancio y Eusebio de Cesarea, contaron que Constantino se convirtió al cristianismo a raíz de un sueño o una visión de un signo celeste antes de su victoria sobre Majencio en Puente Milvio. Sin embargo, este relato «fue una estrategia de propaganda que el propio emperador generó años después, cuando ya era cristiano», aseguran Marqués y Aparicio, que fechan en el 324 d.C. el momento en que hizo oficial su conversión, tras su victoria sobre el emperador Licinio, con el que hasta entonces cogobernaba. «Ese es el año en que consiguió lo que quería: gobernar un solo imperio, ser un solo emperador y con un único Dios. Para él es la revelación máxima», apunta Marqués. Esa situación de único gobernante de un imperio reunificado cuadraba con esa nueva religión monoteísta, «que contaba además con mucha población afín sobre todo en la parte oriental que era la que Constantino acababa de conquistar», añade Aparicio.
En las monedas quedó constancia de esa conversión pública. La figura del dios Sol que acompañaba a Constantino en dos terceras partes de su amonedación «desaparece a partir del año 324» y el emperador «deja de utilizar la corona de laurel típica, que sustituye por una diadema gemada» recuerdan los arqueólogos. Al año siguiente, Constantino participó activamente en el concilio de Nicea, que trató de fijar el credo del cristianismo. Y probablemente en estas fechas se inició la construcción de la basílica de San Pedro «como un exvoto, un regalo a la divinidad por sus victorias, que se convirtió en un espacio de propaganda muy bueno para el propio emperador», según Aparicio.
Se edificó sobre la tumba del apóstol, que ya atraía a numerosos peregrinos a la necrópolis vaticana ubicada extramuros de la ciudad. Los autores de 'La Roma de Constantino' presentan en el libro de forma inédita cómo debió de ser este cementerio que quedó sepultado en parte «con solemnidad y respeto» bajo la basílica de San Pedro, como han revelado las excavaciones arqueológicas realizadas en las grutas vaticanas. A través de varias recreaciones y de una infografía diacrónica, que muestra diferentes fases de construcción en un instante congelado en el tiempo, el lector sigue la evolución de los trabajos en ese templo sepulcral donde la comunidad cristiana se reunía para recordar a sus difuntos, compartiendo sus alimentos.
Basándose en el testimonio de Paulino de Nola, Marqués y Aparicio representan la primera fachada que tuvo la basílica de San Pedro en un tono azulado, no con el mosaico dorado que creen posterior. Y siguiendo otras fuentes iconográficas, reconstruyen esta edificación original con el transepto algo más bajo que las naves y con un acabado triangular en sus extremos. «Habrá lectores que no se den cuenta de que están viendo la recreación más rigurosa posible, pero los especialistas apreciarán estos detalles», explican los historiadores, que comentan orgullosos que «Pablo Liverani, que es el mayor especialista actual sobre la necrópolis vaticana y la basílica de San Pedro, ha examinado todo este material y nos ha confirmado que es la mejor reconstrucción que ha visto».
Una Roma viva
A la catedrática de la Universidad de Cambridge Mary Beard le llamó la atención la policromía de sus recreaciones y los personajes que las pueblan. Porque Aparicio y Marqués no solo muestran en su obra a Constantino, a su madre Helena o a Eusebio de Cesarea. También a obreros de distintas etnias, ingenieros, esclavos, artistas, mujeres... «los olvidados de Roma», que llamó Robert Knapp y que estos autores han tenido muy presentes. «Huimos de esas reconstrucciones virtuales frías que son solo arquitectónicas y dan una imagen muy lejana del pasado. Por eso hemos querido meter también suciedad, vegetación, andamios... porque Roma era una ciudad viva que estaba en continua obra», apunta Aparicio. La conocida académica y divulgadora inglesa, a quien Marqués le enseñó personalmente sus trabajos, aplaudió su iniciativa. «Esto es lo que hay que hacer, mostrar el pasado de esta manera más viva, más real, nos decía».
Aunque Constantino decepcionó a los romanos creando esa nueva Roma llamada antiguamente Constantinopla (hoy Estambul), quedan numerosas inscripciones y edificios en la ciudad que hablan del emperador. También fragmentos de los colosos que perpetuarían su memoria y que han sido minuciosamente estudiados por estos historiadores españoles que se atreven a plantear una reconstrucción novedosa del famoso coloso acrolítico de los Museos Capitalinos, diferente a la réplica realizada por Factum Arte que desde febrero se exhibe en los Jardines Caffarelli, y a lanzar una hipótesis propia sobre el de bronce: «Es muy probable que fuera una estatua del emperador Nerón reaprovechada».
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SuscribeteRedactora especializada en arqueología y patrimonio. Autora de 'España, la historia imaginada' (Espasa) y coautora, junto con Federico Ayala, de 'La Gaceta olvidada' (Libros.com).
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