Tras la devastación de los museos y las bibliotecas: la guerra secreta de Putin en Ucrania
Lo primero que hizo Yuliya Lytvynets cuando comenzó la invasión de Rusia fue correr al Museo Nacional de Arte de Ucrania, del que es directora, para poner a salvo sus 40.000 obras. Ahora visita España para contar cómo el conflicto está arrasando con la mayor parte del patrimonio cultural del país
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Madrid
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Iniciar sesiónEl 15 de noviembre de 2022, pocos minutos después de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, hiciera públicas sus condiciones de paz en un mensaje dirigido a los miembros del G-20, la alerta antiaérea comenzó a sonar en toda Ucrania. Inmediatamente después, cayeron ... las primeras bombas sobre las principales ciudades del país. Según el canal Ukrinform, eran misiles de crucero Kh-101. El alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, informó a través de su canal de Telegram que la mitad de la capital se había quedado sin luz.
En medio del caos, Zelenski se dirigió a su pueblo en un vídeo difundido por redes sociales en el que pedía a los ciudadanos que corrieran a ponerse a cubierto. «Sobreviviremos», añadió el presidente. Antes de cortar la retransmisión, advirtió de que Rusia iba a lanzar decenas de misiles más ese mismo día. Los ucranianos estaban sufriendo el mayor bombardeo desde que comenzó la guerra siete meses antes, pero en el Museo Nacional de Arte, ubicado en el centro de Kiev, la actividad era frenética.
Dos camiones cargados con 51 obras de principios del siglo XX salían en secreto de la capital ucraniana con rumbo a Madrid. El objetivo: ponerlas a salvo y, de paso, exponerlas en el Museo Thyssen. Aquella pequeña gesta era solo una de las muchas medidas urgentes que la directora del museo, Yuliya Lytvynets, ha tenido que tomar en los más de dos años de conflicto. «Los rusos bombardeaban Kiev cada lunes. Era una especie de costumbre que habían establecido, no sé por qué. Por eso decidí empaquetar las obras que íbamos a mandar a España durante la semana, con el objetivo de transportarlas el martes. Sin embargo, cuando los camiones salieron a toda velocidad, Rusia cambió de planes y atacó por sorpresa la ciudad ese mismo martes. Ya no podíamos dar marcha atrás», recuerda la directora, sentada con ABC en el Prado. El museo madrileño ha organizado una jornada dedicada a los museos en tiempos de guerra, con motivo del Día Internacional de los Museos que se celebra el sábado.
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Tras posar para nuestra fotógrafa en la galería central, rodeada de los cuadros de Tintoretto, Rubens y Tiziano, Lytvynets se acuerda perfectamente de aquella tensa jornada porque días antes su primo Andréi, al que estaba muy unido y era padrino de su hijo, había sido fusilado cerca de Kiev. «El Ejército ruso entró en su pueblo y Andréi y el pequeño salieron a la calle para ver qué pasaba. En ese momento, detuvieron a mi primo y a todos los vecinos de entre 18 y 45 años…. y los fusilaron a todos. El día del traslado tuve que dejar todos esos sentimientos tristes a un lado y empezar a razonar sobre las dimensiones de los camiones, el tamaño de las obras, la forma de los marcos, el material que debía protegerlos y la manera en que debían trasladarse. Puse todo el protocolo de actuación por encima de mi estado emocional. Si no, solo hubiera podido ponerme a llorar en una esquina del museo. Luego, cuando terminó el trabajo, pude por fin sentarme y dejar que los sentimientos me invadieran», explica.
El transporte
Uno de los responsables del transporte, Konstantin Akinsha, contó a ABC en su momento que «nadie sabía nada del viaje, solo algunos trabajadores, los dos conductores y los responsables del Gobierno que expidieron los permisos». «Ese día pasamos muchos nervios… más de los que te puedas imaginar», añadió. La directora de la empresa encargada del viaje, Svitlana Melnyk, reveló a 'The New York Times' que «los conductores vieron pasar misiles rusos por encima de sus cabezas».
Lytvynets asegura que la guerra iniciada por Rusia no consiste solo en conquistar territorios, también en «atacar y controlar el patrimonio cultural de la nación». La prueba es que, desde que el presidente Vladímir Putin comenzó la invasión, la directora ha sido testigo de primera mano del expolio de miles de bienes y de los estragos de la guerra en los edificios históricos, las bibliotecas y los museos. «Desde el 24 de febrero de 2022, la Unesco ha verificado daños en 246 emplazamientos: 107 sedes religiosas, 20 museos, 88 edificios de interés histórico y/o artístico, 19 monumentos y 12 bibliotecas», anunciaba un parte de guerra del Gobierno de Zelenski en marzo del año pasado. Y esto solo eran datos corroborados.
Lo primero que hizo Lytvynets el día que Putin inició la invasión fue ir corriendo a buscar a su familia para llevarla al Museo Nacional de Arte, «que era un lugar seguro». Mientras conducía, iba llamando a los conservadores para darles instrucciones de lo que tenían que hacer. «Por un lado, no quería dejar a mi familia, y por otro, no quería olvidarme del museo. Ese día, todos los empleados fueron al museo a trabajar. ¡Todos! Los que vivían cerca y los que vivían lejos, para cumplir con sus cometidos», subraya. En aquel momento, el edificio construido en 1899 estaba en medio de un profundo proceso de restauración, pero las obras se interrumpieron y la financiación se cortó.
Los daños del Museo Naciones de Arte
«Como todos los edificios emblemáticos de Kiev, el Museo Nacimiento de Arte ha sufrido el impacto de algunos trozos de misiles. Aún así, puedo decir que nosotros hemos tenido suerte, porque sigue en pie. La mayoría de los museos que se encuentran en los territorios ocupados por Rusia han sido saqueados y destruidos. Por ejemplo, el museo dedicado al escritor y filósofo del siglo XVIII Grigory Skovoroda, en la ciudad de Skovorodynivka; el museo de la célebre artista María Prymachenko, en Ivankiv, y el museo de Historia de Leópolis. El misil que derribó este último estaba dirigido, es decir, que el Ejército ruso quería acabar con él», comenta Lytvynets.
Por otro lado, según el Centro Nacional de Resistencia, dependiente del Ejército ucraniano, los soldados rusos también saquearon unas 15.000 piezas del Museo de Arte de Jersón antes de abandonar la ciudad en noviembre de 2022. Un destacamento formado por cuatro docenas de militares se personó en la institución y arrampló con todas las obras que se encontró. Lo mismo ocurrió en Mariúpol, por no hablar de la inquina que han mostrado con las bibliotecas y los documentos que custodian. En la de Chernihiv, por ejemplo, se guardaba una gran cantidad de información confidencial de la NKVD y del KGB sobre las represiones en la era soviética y ha desaparecido. También fueron saqueados los archivos de las ciudades de Bucha e Ivankiv. Hace un año, el Ministerio de Cultura ucraniano informó de que 358 bibliotecas habían resultado destruidas o dañadas por la invasión rusa.
La Convención de la Haya
Consciente de que esto ocurriría, el mismo día que comenzó la invasión, el Consejo Internacional de Museos (ICOM, por sus siglas en inglés) hizo pública una declaración oficial en la que condenaba la destrucción y las amenazas contra el patrimonio cultural de Ucrania. También hizo un llamamiento a las partes interesadas para que apoyaran a los museos y a los profesionales que trabajan en estos. En un segundo comunicado dos semanas después, la misma organización recordó el papel que los museos y la cultura juegan en la construcción de una paz duradera entre las naciones. Por último, instó a que se cumpliera lo acordado hace 70 años en la Convención de La Haya para la 'Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado'. Eso, por supuesto, no ha ocurrido.
Antes de finalizar la entrevista, Yuliya Lytvynets enumera las tres principales preocupaciones que tiene con respecto al Museo Nacional de Arte hoy en día: «La primera es el edificio, que estaba en proceso de restauración y, al paralizarse las obras, hay una parte de las instalaciones que corren peligro de derrumbarse. La segunda, la conservación de las 40.000 obras que alberga la colección en la actualidad. Y la tercera, la plantilla de trabajadores del museo. Esto me preocupa mucho, porque de los 116 funcionarios que había empleados cuando empezó la invasión haciendo los trabajos más urgentes para salvar las obras, solo quedan 12. Los demás han huido del país en busca de un sitio más seguro para ellos y sus familias. Como comprenderás, no puedo retener a nadie».
—Eso es todo. Muchas gracias por contarnos su experiencia. Espero que la destrucción no continúe y que la guerra acabe cuanto antes.
—Sí, pero con la victoria de Ucrania.
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