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ABC Cultural

SAN ISIDRO

Ginés Marín: cuando torean la cabeza y el corazón

Lección de tiempos, distancias y alturas del extremeño, que se inventa una faena, exprime a un toro de Montalvo y corta una oreja en una corrida que se desfondó pronto. Diego Ventura pasea una oreja de un buen lote de María Guiomar en el festejo mixto de Las Ventas

Carta de Ginés Marín a la juventud

Ginés Marín, con Rebujín, el sexto toro de Montalvo Plaza 1
Rosario Pérez

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Tiempos, distancias y alturas. Y sitio, mucho sitio. Todo lo encontró un torero en estado de gracia, un torero con un talento innato, tocado por la varita de Dios. Con medio toro, Ginés Marín se inventó una faena de variadas bellezas y, sobre todo, ... muy torera. Torerísima de principio a fin, de esas que se paladean luego en las tertulias poscorrida. En 'Los Timbales' fantaseaban con un diálogo entre Rabal y El Brujo. ¿Y cómo fue lo de Rebujín, Búfalo? «Pues usted se marchó a los terrenos del cinco con el toro para que le molestara menos el viento...». Y en ese refugio presentó la muleta con torería, con cositas de Curro (Vázquez). No, no era la muleta. Era el corazón de Ginés el que daba el hola, el cómo está usted y el adiós al último ejemplar de Montalvo, que lidió un conjunto que apuntó buena condición, pero al que faltó empuje y se desfondó pronto –«¿Tendrá algo que ver el Batán?», se preguntaban en el VAR del tendido–. Ese era el temor en este sexto, último cartucho de un festejo mixto en el que el único que había puntuado era Diego Ventura. Pero Ginés, que está otra vez con la hierba en la boca pero ralentizando escenas, creyó, apostó y no se equivocó. Qué importante es no perder la fe. Y tener una mente despejada.

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