Juncal: un epílogo a la serie como homenaje
CÚENTAME BÚFALO, CONVERSACIONES TAURINAS
Luis Miguel Calvo, hijo en la ficción de Paco Rabal, torero y actor, rememora las andanzas del rodaje y equipara los consejos del intérprete con los del maestro Ángel Teruel
Muere a los 97 años Jaime de Armiñán
Por la tauromaquia, en llegando los 90, hizo mucho aquella serie, ya de oro en la memoria, que fue 'Juncal'. España avanzaba, Sevilla tendría su Expo para 'abrirse al río' y sus miserias, pero en esa tierra de toreros que es el solar ... patrio, salió la ficción de un héroe caído, ficticio pero no demasiado con la voz rasgada de Paco Rabal. Un personaje donde muchos creen que está el clímax de la Fiesta de hará, ya, casi cuatro décadas.
Esta sección viene de ahí, de la idea del llorado Jaime de Armiñán de alargar un cuento, de valerse de un torero cojo, y darle la prestancia del orgulloso artista negado al Parnaso por una cogida, por una mala cogida. Mario Camus rodó 'La colmena' con lo mejor de la escena española. Jaime de Armiñan hizo lo propio. Basándose, nada surge por arte de magia, en un capítulo suyo de 'Cuentos imposibles'.
Por eso, por méritos propios, aparece aquí un torero humilde, sabio, paciente, 'sevillano nacido en Burgos', que es Luis Miguel Calvo, Juncal también. Que debutó ante las cámaras en 'Tú solo' de Teo Escamilla cuando lo vieron en la Escuela Taurina de Madrid. El niño tenía condiciones para ponerlo delante de una cámara. Sí, fue el hijo de Juncal en los rodajes, y el hijastro, el «confidente» de Paco Rabal en los descansos que son la vida del cómico.
Que cuenten los cantares de ciego que Luis Miguel Calvo era de Burgos, hijo de un «novillero entregado con más de 400 novilladas», que por genética le metió a sus dos hijos el Arte, aunque su voluntad era otra. Luis Miguel Calvo, torero y actor, salió de Las Ventas llamándose Juncal, aquel pasodoble de 'Vainica Doble' que está ya en el hipotálamo de la España digna. Como digno es él recordando aquella escuela madrileña «creación del gran Martín Arranz», donde los visitaban glorias como «don Gregorio Sánchez, el maestro Andrés Vázquez, o don José de la Cal, un hombre también de otros tiempos». Y de los fríos de Burgos, pudo bajarse a las dehesas, casi como en un poema contrario de Alberti. Mas lo que aquí interesa es que uno de los pilares de la serie que da nombre a nuestra serie reflexiona sobre «el arte, la verdad, la mentira». Y en esta triada de sustantivos en la amplitud más grande de la palabra es Luis Miguel Calvo.
Calvo, precisamente en su doble condición de torero y actor, de esas junteras con la farándula, matiza con perspectiva que, en su juventud, «Burgos no es Triana, precisamente». Acaso porque para el toro hay dos Españas que tienen el gozne en el coso del paseo de Zorrilla de Valladolid. Con el toro siempre presente, totémico, pero de maneras diversas. La concatenación de astros fue fundamental. A Paco Rabal le hicieron un traje/vestido a su manera. Porque el actor, rememora Calvo, hizo con él especialmente, especialmente con él, esa figura tan poco valorada que es la «de director de actores».

Hay que imaginar la escena real que está en el magín de Luis Miguel Calvo con el titán ronco de Águilas cuando le soltó: «Hay toreros y actores de aquí (señalando la cabeza), y otros de aquí (señalando el corazón), y tú eres de los segundos». Y lo lleva en el frontispicio de su montera moral. Calvo tiene eso presente en su conversación guadianesca y casi 'proustiana' y aquel rodaje que fue casi una familia en esa Sevilla dual que luego tanto le daría en su calidad de intérprete y torero. Pero Paco Rabal le aportó, aparte de la guía actoral, algo quizá más importante, y fueron «valores fundamentales» que luego Calvo ha aplicado en la lidia, el cine y la vida, artes esenciales que en él se entremezclan.
Más tarde hizo de Joselito en la película 'Belmonte', pero su alternativa, lo esencial, está en 1987, en La Maestranza, un 26 de septiembre con toros del Conde de la Maza y apadrinado por Manili y Tomás Campuzano, y su confirmación en Las Ventas un 30 de abril de 1989 apadrinado por Juan Ramos y Lucio Sandín como testigo. Como todo maestro lleva grabadas a fuego estas dos fechas, sobre todo quien ve al toro como quien ve a un Buda. «El toro es mi Buda», exclama tras un silencio preñado de elocuencia. Y otra fecha que no hay que pasar por alto. Su despedida como matador, en Las Ventas, anunciado como Juncal contó con Uceda Leal, y Paco Rabal, claro, en los tendidos. Astados de Martín Lorca, corría un 24 de agosto de 1997.
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Ya, fuera de los focos, mirando el pasado, le «gustaría hacer la historia de Búfalo y de mi personaje, al fuego de una finca extremeña, recordando al padre». Con los actores que aún son residentes en la tierra. «Sería un éxito», explica este maestro que se volvió, luego, banderillero de Miguel Ángel Perera, con esa humildad y con la plata de «vivir los mejores años a su lado». Y aquí, vuelve la nostalgia. «Yo he estado con Miguel Ángel hasta 2009». Y ahí quedan «aquellos tiempos juntos, entrenando en Valencina de la Concepción, cuando puso el toreo bocabajo».
Conocer el cine y el toro, ser el «banderillero de confianza de Perera», presidente de Asprot, la Asociación Sindical de Profesionales Taurinos, le lleva a pedir al mundo del toro «organización y coordinación».
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