El Juli, Román y Rufo, por encima de una desfondada corrida de Juan Pedro Domecq

Así fue hasta el quinto, al que Román le cortó una oreja. El juampedro aguantó más y el valenciano salió a por todas con un arrebatado inicio de faena de muleta de rodillas. Acertó a ligar los muletazos con la mano derecha y hubo intensidad con la zurda, y en el final de cercanías. Con la espada, un cañón fulminante que desató la pañolada, y la felicidad del torero. A su primero, con la misma voluntad y ansia por el éxito, lo frenó todo un mitin con la espada.

El Juli lo tuvo en la mano con el primero, al que recibió con suavidad con el capote y se lució en un apretado quite por chicuelinas. Fue el aperitivo de una faena de muleta poderosa, plena de temple. Jugó con las distancias y los tiempos para mantener vivas las buenas embestidas. Lo llevó muy largo por el pitón derecho. No se libró el madrileño de un fuerte palotazo de una banderilla en la cara, y se sobrepuso cuando el toro ya acusaba la lidia en una firme serie a derechas, antes de un muy torero cierre hacia los adentros. La faena llegó al público, pero la espada hizo que el posible triunfo se esfumara.

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Rosario Pérez

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Con el cuarto, muy mermado de fuerzas, que el presidente mantuvo pese a las protestas, lo intentó sin que la cosa levantara el vuelo.

No se conformó Tomás Rufo con sus dos toros sin maldad, pero sin empuje, en dos faenas de máxima voluntad. A los dos los toreó templadísimo con el capote, y ante los dos lo intentó con la muleta con sendos arrimones, y sin buen final a espadas.