José Garrido: «No entiendo a los que dicen que vienen a disfrutar, yo a Madrid vengo a sufrir»
El torero extremeño imparte una lección magistral con el capote en Las Ventas

José Garrido, capote en mano, dio este fin de semana una clase práctica en la sala Bienvenida de Las Ventas. Había mucha expectación, con la sala llena, quedando mucha gente de pie. El extremeño, cuyo capote tiene muchos adeptos, explicó su concepto toreando de ... salón y apoyado con varias imágenes de toreros de los años 50 y 60 en las que se ha ido fijando para ir evolucionando y depurando su concepto.
Desde el principio de la exposición indicó que el capote «me gusta y lo disfruto: es un compendio de cosas donde todo es suelto y hay que torear con todo el cuerpo. Tiene que haber un movimiento que fluya desde los talones hasta las yemas de los dedos». Mientras que la mayoría de toreros dedican poco tiempo al toreo de salón, José dedica medio entrenamiento, o tal vez más, cada día.
Según explicó en el acto de la Unión de Abonados de Madrid, presentado por Íñigo Crespo, le gusta ver fotografías antiguas para aprender y desempolvar suertes perdidas: «AÇhora mismo vemos lances a pies juntos, chicuelinas, gaoneras y tallaferas, y parece que no hay más; y te pones a indagar en variedad de quites y te vas a los años 60 y cada tarde se hacían 8 o 10 quites diferentes». Estudioso de la tauromaquia , continuó: «Todo en el toreo tiene sentido: se recibe al toro por lances para enseñarle a embestir, para enseñarle el camino. Los quites: antiguamente era para quitar al toro del caballo de una manera elegante, principalmente sobre los pies y en movimiento. Los quites que se hacen hoy día son muy parados, la gran mayoría de 'uy' y muy pocos de 'ole'; aunque mientras se hagan con pasión y estética, llega al tendido».
Ya centrándose más en la parte práctica señaló que el capote se coge de forma natural «enseñando la palmas de las manos, toreando con las palmas, cargando la suerte, con el cuerpo un poco echado para adelante, ofreciendo el pecho; pero no por el aspecto de la pureza, sino porque es como me siento más cómodo». «Muchas veces torear mejor o peor con el capote se basa en los dedos, con los dedos abiertos no puedo controlar la panza -añadió-. Se habla mucho de la muñeca, pero yo siento que donde tengo más poder y juego es en las yemas».
Sobre las chicuelinas, lance que más le gusta (por detrás de la verónica), explicó que le gusta coger los picos del capote para manejarlo con más soltura «porque domino mucho más con 'las orejas' que de otra manera, porque sin apenas movimiento el capote vuela más». También comentó que las tafalleras, aunque las ha realizado alguna vez, no le terminan de llenar «porque se le pierde la cara al toro, y no me gusta», dijo entre risas. Como buen conocedor del toro, también aclaró que no a todos los toros se les pueden hacer todos los quites, ni se puede llevar uno predeterminado.
Durante el acto, se centró especialmente en una fotografía de Silverio Pérez, uno de los toreros más artistas de México: «Este lance es inexplicable porque es lo más cerca que se puede estar de la perfección de un lance a la verónica: el pitón del toro pasa a milímetros de la pierna, creando una pureza y emoción maravillosas; la planta del pie completamente asentada; el movimiento del cuerpo: la caída de los brazos, el mentón en el pecho, cómo está acompañado la embestida con todo… Una foto icónica para los que nos gusta el toreo de capote».
Tras una foto de una media belmontina de Antoñete con el compás abierto comentó que, si bien hay muchos tipos de medias, las que le gusta ejecutar son «asentado, con el compás abierto y solamente jugando con los brazos». «Muchas veces una media buena es mejor que veinte enteras regulares». Cambiando de tercio, también habló sobre la portagayola: «A mi parecer se hace por momentos de impulso o arrebato, la he hecho [en Bilbao, Madrid o Sevilla, por ejemplo] para demostrar intención, pero veo que tiene mucha más exposición y mucho más riesgo que recompensa. Puedes ir a chiqueros, que como la cosa no suba en la muleta, si no matas bien no te tocan ni las palmas», por lo que la considera para momentos muy puntuales.
Mostró vídeos suyos en tentaderos, probando distintas suertes, donde gustó especialmente a los presentes el quite de oro, creado por Pepe Ortiz: partiendo de la base de que cada toro tiene su quite, como se dijo antes, éste hay que hacérselo a un animal que vaya y vuelva, con celo para volver, pero que se escupa, mientras el torero gira con el capote a la espalda: «Tiene que ser un toro peculiar, con el celo justo, el giro tiene que ser acorde, y luego cada torero le tiene que imprimir su personalidad». «Hay que ser capaz de acoplarse a la velocidad del toro lo antes posible. Es fundamental para pegar lances, porque si llegas tarde, te engancha; y si te adelantas, se mete para dentro. Hay que enganchar en el momento justo, y eso da una ventaja tremenda para poder dominar al animal, es fundamental».
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También se vieron algunas imágenes de Garrido tentando en la ganadería de Adolfo Martín «para que den suerte», ya que será la ganadería que lidie el próximo el domingo 28 de mayo, en la Feria de San Isidro, compartiendo cartel con Fernando Robleño y Román. Sobre esa corrida, y hacer el paseíllo en Madrid, dijo que no entendía, con todo el respeto, a los compañeros que en el patio de caballos de la plaza venteña dicen que iban a «disfrutar». «Yo a Madrid vengo a sufrir. Yo sufro para que la afición disfrute, y el disfrute vuestro es el mío; pero delante del toro, jugándome el pellejo en esta plaza sufro. Si Dios quiere, algún día disfrutaré con las orejas, pero lo haré en ese momento. Claro que se disfruta toreando cuando un toro lo permite y la gente se emociona; pero la importancia de la plaza es tal que de primeras se sufre».
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