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ABC Cultural

El fenómeno Morante atrapa Pamplona: enmorantizados hasta la peineta (y la colchoneta)

«¡Jo-sé-An-to-nio-Mo-ran-te-de-la-Pue-bla!», se cantaba por las calles, testigos del baño de masas del sevillano tras su primera puerta del encierro

Y Morante rindió Pamplona

Morante de la Puebla, con la colchoneta de cangrejo que le lanzaron desde el 7 Efe
Rosario Pérez

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Anda la temporada enmorantizada: ¿quién será el desenmorantizador que la desenmorantice? Su fenómeno llegó a Pamplona. Y lo hizo para quedarse hasta ese Pobre de mí con el que se vuelven a descontar horas para la próxima edición. «Ya falta menos...» Descontando los ... días que le restan para el siguiente paseíllo anda también el aficionado: no hay un torero ahora que ilusione tantísimo como el de La Puebla, que va de gloria en gloria. Primero fue Madrid, con su Puerta Grande número 1 en junio, y un mes después Pamplona, con su primera Puerta del Encierro. Oreja y oreja. Y no en cualquier toro: en el que abre plaza y ¡en el de la merienda! Cuando hasta se pierden los hijos porque nada se agarra más fuerte en estas fiestas que el bocadillo: te pueden robar la cartera y hasta el móvil, pero hay que ser muy espabilado para que te manguen el pan con ajoarriero. Pues ahí estaba el cigarrero. Haciendo el toreo mientras se hincaba el diente y alguno hasta se atragantaba. Lo escribíamos en la crónica: para ver a Morante hay que apartar bocatas y sentarse como en misa. Porque Morante no es de bien, ni siquiera de ole: Morante es de amén con su toreo de Espíritu Santo.

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