Mariscal Ruiz se alza triunfador del Camino hacia Las Ventas y Álvaro Serrano sufre una cornada grave

Antes del percance, Serrano se había llevado al eral hasta los mismos medios toreando a la verónica. Quitó Mariscal Ruiz por chicuelinas de mano baja, y al intentar replicar Serrano, llegó la cornada. Al levantarse, le era imposible apoyar el pie. Se lo llevaron a la enfermería mientras el novillo sembraba el pánico en el ruedo. Cuando las cosas se calmaron, se hizo cargo de la lidia Mariscal, que, tras poner banderillas, brindó al compañero. Se llevó al suelto novillo a los medios, y ahí comenzó por la diestra, pero fue al natural donde consiguió los mejores pasajes de su obra, con naturales muy despaciosos, ligados y con ritmo.

El tercero echaba la cara arriba con el capote. Comenzó por estatuarios Mariscal, tras lo que se puso a torear con la diestra, ralentizando las embestidas de Lorenzo Rodríguez. Estuvo muy bien el sevillano con ambas manos, dejando también naturales destacables, aunque no terminó de conectar con los fríos tendidos, que sí vibraron con las ajustadas bernadinas finales con el era ya bastante parado, y que le ayudaron a cortar la primera oreja de la tarde, junto con la estocada -aunque quedó algo desprendida-. Sin embargo, ese premio lo ganó toreando.

Noticia Relacionada

La Feria de Otoño de Juan Ortega: el toro de debajo de la cama hubiera embestido mejor

Rosario Pérez

La belleza de un quite a la verónica de Ortega, que regresó a Madrid con el peor lote, da luz a la apagada corrida de El Pilar

A porta gayola se fue a recibir al quinto, con una buena larga, en busca de la puerta grande. Sin embargo, el eral no ayudó, saliendo suelto en los primeros tercios y faltándole trasnmisión, que intentó poner el novillero al comenzar la faena de rodillas en el tercio. En el toreo en redondo estuvo aseadito, mientras se le acababa el motor al noble animal, alargando la labor en exceso Mariscal. No se dejó nada, y terminó también de hinojos. Antes de que doblara el animal, hubo una desbandada general: algunos habían venido sólo a una cosa, y había que ir pillando hueco en las terrazas.

Con suaves verónicas recibió Rollón al segundo. Quitó un templado Mariscal, e hizo lo propio Sergio, que, tras el tanteo inicial, se dispuso a torear con la mano derecha, dejando algún muletazo estimable y templado, yendo pronto el eral. Al natural la cosa cambió, ya que el animal se quedaba más corto, se mostraba algo más descompuesto, y no terminó de acoplarse. Más de media estocada fue suficiente para que el eral doblara.

Volvió a mostrarse pausado Rollón a la verónica con el cuarto, tras lo que hubo un aplaudido quite de Mariscal por gaoneras. Con un cambiado por la espalda en los medios de rodillas comenzó su faena el aspirante a torero, que esta vez sí supo sacar las cualidades de su adversario al natural, yendo el toro de menos a más, como la faena, con muletazos largos por almos pitones. Un pinchazo le impidió tocar pelo.

Como en los anteriores, no se perdonaron los quites, y Sergio volvió a mostrar buenas maneras. Brindó el último eral Rollón a su compañero herido, dejando la montera en la puerta de la enfermería tras santiguarse, y citó al animal de rodillas en los medios. El pitón del eral era el derecho, y así lo supo ver el novillero. La espada, y el verduguillo, mal usado en reiteradas ocasiones, deslucieron todo lo anterior.