Sólo toro y medio

Esta mañana, han volteado jubilosamente las campanas de la Giralda: ¡vamos a los toros! En la calle García de Vinuesa, paso por delante del Hotel donde se alojaba Manolete; de la freiduría donde compraba su cartucho don Eduardo Miura. Brillan al sol la Puerta del Príncipe, los arcos de piedra, el dorado albero: todo, reluciente, cuidadísimo. Suena la música de una Banda única. El cartel, difícil de mejorar. El prólogo, único. Luego, los toros de Cuvillo, «bonitos, sevillanos», lo han descompuesto todo.

Noticia Relacionada

Rebeca Fuentes: «El toro es la verdad sin paliativos»

Jesús Nieto Jurado

En el marco de sus competencias, docentes, intelectuales y vitales, la pensadora aboga por la didáctica y la mayéutica de la Fiesta. Y desde la más tierna infancia

Hasta que sale el quinto, la tarde ha sido una ruina total: toros por el suelo, sin fuerza, ni casta, ni bravura. Inicia su temporada Morante y queda inédito. Sentencia un sabio sevillano: «No le puede sacar más porque no tiene más».

El quinto, ¡por fin!, se mueve y repite. El Juli lo aprovecha con gran oficio y técnica, le saca todo, mata bien: dos orejas. La segunda, generosa. Pero la gente estaba ansiosa por ver algo…

Viene Roca Rey de Arlés: con toros de La Quinta, ha vuelto a arrollar, mostrando su gran capacidad. Es lástima que recurra a efectismos como los circulares invertidos y hasta la noria (girando, agarrado al lomo del toro). Esta tarde, no puede hacer nada con el tercero y se justifica con valor en el sexto, que pronto se apaga.

Para una tarde tan especial, ¿por qué no eligen las primeras figuras una divisa más encastada? Así van a estar más cómodos, creen ellos. Una vez más, se equivocan. Resucitar toros inválidos es milagro imposible, incluso este Domingo.