FERIA DE HOGUERAS
Cayetano, como si no hubiera un mañana
Con raza y ambición, sale a hombros con Manzanares en una noble y buena corrida de Juan Pedro Domecq; Ponce corta una oreja
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Iniciar sesiónComo si no hubiese un mañana pisó Cayetano el redondel en su primer paseíllo de la temporada. Nada se guardó y todo le pidieron, aunque el presidente prefirió quedarse la segunda oreja, como si le fuesen a quitar la suya... Ganas de mosquear ... al personal después de tan abrumadora pañolada, con gritos que sonaban en el Postiguet. Y hasta allí llegaría luego la bronca al palco tras denegarle el trofeo número dos a Ponce.
Cayetano había tenido el detalle de brindar a Manzanares , en su segunda cita en el nombre del padre. Rivera mostró su decisión desde el saludo al buen tercero de Juan Pedro, al que galleó por chicuelinas para ponerlo en el caballo. Una media posterior tuvo luz propia. Pura determinación fue el prólogo de faena, con los tendidos en pie. Se sentó en el estribo y, con raza y ambición, echó las dos rodillas por tierra en una emocionantísima y fenomenal apertura . Un volcán era la plaza, que ovacionó al diestro cuando besó la banderilla española antes de retirarla de los terrenos del noble ‘Hurtador’. Cayetano se ayudó con la espada y le robó zurdazos mientras aguantaba un parón. Arrebatado, se creció en un desplante, postrado de nuevo en la arena y con guiños al tendido. Templanza en la siguiente tanda diestra, con un molinete al ralentí. Hubo una ‘serie’ completa por ese palo –muy despacito– para proseguir con hambre de novillero. Aquello provocó la locura. De colofón: un estoconazo de ley, en el rincón de su abuelo. El coso se vistió de blanco, pero solo le otorgaron un premio, que ya está escrito.
Más exigente el palco que el día anterior, también denegó el segundo galardón a Enrique Ponce , que se ganó los máximos plácemes de hinojos. Torera y templada fue la bienvenida al bello cuarto, que brindó a Manzanares. Al cielo apuntó la montera antes de una labor que dijo muy poco en su primera parte. Despertó la gente en las poncinas, con la boyante embestida cosida a las telas. Quería más el maestro de Chiva y se plantó de rodillas, con un susto al caer al suelo. Por suerte, el franciscano juampedro no hizo por él en la croqueta. El graderío se volcó entonces con el valenciano y, tras el aviso y la estocada, ondearon los pañuelos y se desencadenó la posterior pitada al usía.
Menos opciones le dio ‘Venturoso’, el garbanzo negro de la bonita y nobilísima corrida de Juan Pedro Domecq , sin sobrarle la casta pero propicia para le triunfo. Salvo este manso de escaso fuelle, que se las vio con el doctor de la media altura. Ponce lo intentó por ambos lados, pero el aplomadísimo rival estaba muerto en vida.
Manzanares formó un alboroto en las verónicas del saludo a ‘Piropo’, que merecía varios por su guapeza exterior y su manera de entregarse en el capote. Menudo galope lucía el de Juan Pedro, con el que se desmonteró Duarte. Parecía un ejemplar de lío, con esa fijeza que tan al alza cotiza, pero en la muleta no se alcanzó la sincronía deseada y faltó estructura. Nacieron más tiempos entre tanda y tanda que muletazos para el recuerdo: solo un par de derechazos para enmarcar, más hondos, y el tapabocas del volapié, que valió por sí solo la oreja. Miriam, su fan de nueve años, celebró el premio como un gol en el último minuto cuando su matador le lanzó la peluda.
El quinto también portaba la calidad en su noble fondo. Aunque se lastimó una mano, no se cansó de embestir en la dispuesta faena de Manzanares bajo los sones de ‘Nerva’. La nota final la puso un espectador con un fandango a destiempo. Cayó otro premio después del espadazo cerca de chiqueros.
Cayetano cerró la fiesta con ‘Vándalo’, al que dejó unos lances con gusto, pero el público se metió más en harina en el inicio genuflexo y rodilla en tierra. Apostó por el pitón zurdo y dibujó naturales engarzados a faroles. Después de doblarse, se recreó en unos ayudados por alto mirando al tendido. De nuevo fue un cañón con el acero, en una tarde de seis estocadas seis .
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