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Illescas

Alberto Aguilar corta una oreja en su adiós a los ruedos y Raúl Martí sufre una cornada

El matador madrileño fue sacado a hombros en la corrida total de Illescas

Alberto Aguilar, en imagen de archivo Paloma Aguilar

Efe

Tres orejas fue el balance de la corrida celebrada este sábado en Illescas (Toledo), una tarde en la que se despidió de los ruedos Alberto Aguila r y en la que brillaron sobremanera las cuadrillas, toreros de plata que hoy demostraron ser oro puro.

Y lo hicieron en otra edición de la "Corrida Total", función diseñada para aficionados, al tratar de dar importancia a todos los tercios de la lidia y en el que se apuesta también por el toro, que, otro año más, perteneció a la divisa de Victorino Martín.

El cartel de este año contó con la novedad de ser de cuatro matadores, o, lo que es lo mismo, de ocho astados, y servía también como despedida de los ruedos de Alberto Aguilar, que recibió una calurosa ovación tras el paseíllo en reconocimiento a su inmaculado paso por la profesión.

Más allá de los trofeos cortados, que fueron tres, la tarde estuvo marcada por la soberbia actuación de las cuadrillas. Iván García, Rafael González, José Antonio Carretero, Miguel Martín, Andrés Revuelta, José Chacón... El único lunar fue la cornada que sufrió Raúl Martí en el séptimo.

Octavio Chacón no pasó de discreto con un primero vareado y muy pocas fuerzas. El gaditano anduvo voluntarioso en una labor sin eco.

Tampoco acabó de romper el templado y técnico trasteo al insulso y apagado quinto. Le faltó toro a Chacón, que recurrió a los alardes para tratar de calentar. Eso y el efecto fulminante de una estocada baja con derrame le valió para una orejita.

Aguilar anduvo enrazado con el segundo, toro con picante pese a su informalidad, quedándose casi siempre debajo en el segundo muletazo. Pero la entrega del madrileño acabó imponiéndose en una labor mal rubricada con la espada

El último toro de su carrera fue, por donde, uno de los más encastados y exigentes del envío, un astado que vendía cara cada una de sus embestidas y con el que Aguilar dio la cara en un toma y daca tan emocionante como emotivo, y que le valió un trofeo.

El primero de Escribano tuvo nobleza aún faltándole raza para perseguir los engaños. El toledano anduvo dispuesto en una labor con ciertos altibajos por la falta de continuidad del "victorino". Su eficacia con la tizona le granjeó un apéndice.

El séptimo, exigente por avieso, hirió de forma certera al subalterno Raúl Martí en la reunión del primer par. Escribano anduvo firme y valiente con él, tragando una barbaridad. La espada esta vez no fue su aliada y acabó siendo injustamente pitado.

Martín Escudero pegó muy buenos muletazos a su primero, pases, eso sí, aislados, sin conjuntar, ora por su empeño de tratar de buscar la ligazón en vez de perderle un par de pasos, ora también por la falta de raza y celo del astado.

El octavo, sin clase alguna, fue otro toro deslucido. Escudero volvió a evidenciar unas encomiables aptitudes, pero sin poder exhibirlas en su plenitud por lo desabrido que fue el "victorino".

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