«Para nosotros, son como verdaderos amigos»

El equipo arqueológico que trabaja en el yacimiento, dirigido por Xu Weihong, ha sido distinguido con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Weihong tira del hilo de la memoria. «Para nosotros, los chinos, este impresionante hallazgo hizo que nos sintiéramos muy orgullosos del nivel de desarrollo que tenía nuestra sociedad para esa época. Pero, por otro lado, es algo que todavía nos sorprende, incluso nos cuesta creer que fuera posible hace dos mil años realizar algo semejante. Es más, todavía hay muchas cosas para las que no tenemos explicación ni respuesta».

Hoy por hoy, treinta y seis años después del hallazgo, la directora del equipo destaca que «nuestro mayor reto es buscar una manera mejor y más eficaz de restauración de las figuras». Es decir, que lo que la Historia ha conservado, no lo deteriore ahora el hombre. Además, el futuro puede deparar aún sabrosas sorpresas, tal como subraya otro miembro del equipo arqueológico, el profesor Cao Wei: «Sí, se pueden encontrar tesoros inesperados. Porque hay escritos y relatos de la época, cortos pero precisos, que hablan de ríos de mercurio discurriendo por el Mausoleo, y de la existencia de gran cantidad de joyas y piedras preciosas. Está escrito, pero no hemos podido comprobarlo». Qin quiso convertir su sepultura en una reproducción del Paraíso, al menos de su esplendorosa Corte. Una dinastía la de Qin de poca duración, pero que como resalta Wei es la que «nos dio nuestra cultura, nuestra escritura y nuestra organización social».

Miles de guerreros, casi de carne y hueso, ante cuya contemplación, cara a cara, mirándoles a los ojos, los arqueólogos sienten, como dice Xu Weihong, «primero, muchísima emoción, luego preocupación por buscar y encontrar la mejor manera de protegerlos y, finalmente y por encima de todo, muchísimo afecto, porque para nosotros son como verdaderos amigos, como cualquier persona que vive a nuestro alrededor». Ídolos con pies de barro, pero según parece, sin fecha de caducidad.