'Vive Molière', un espectáculo en homenaje a un «funambulista del humor»

En el relato biográfico, sigue, se engarzan escenas de varios textos del autor francés: 'Tartufo o El impostor', 'El avaro', 'Las preciosas ridículas', 'Don Juan', 'Sganarelle o El cornudo imaginario', 'El enfermo imaginario', 'Georges Dandin', 'El burgués gentilhombre', 'La escuela de los maridos' y 'El misántropo'. En el montaje participan cinco jóvenes actores: Kevin de la Rosa, Juan de Vera, Marta Estal, Laura Ferrer y Mario Portillo. Tatiana de Sarabia firma la escenografía y el vestuario, Miguel Ángel Camacho la iluminación y Nuria Castejón la coreografía.

Al margen de la oportunidad del centenario, Yayo Cáceres y Álvaro Tato coinciden en la permanente vigencia de Molière. El primero se refiere a él como «uno de los grandes observadores de la condición humana», mientras que el segundo asegura que «no hay otro comediógrafo de su talla».

Mientras que Juan Mayorga, director del Teatro de La Abadía, habla de Molière como de «un amigo», Tato recuerda que en Francia se le conoce como «el patrón». «Es el patrón, el hermano mayor, el faro de los que nos dedicamos a la comedia». 'Vive Molière' quiere reivindicar a un autor poliédrico: «su obra tiene política, farsa, es social, incluso es a veces slapstick. La obra quiere mostrar los claroscuros, la ambigüedad de Molière, un funambulista del humor, al tiempo tierno e incisivo».

'Vive Molière' presenta «a la diosa Fama, que anuncia su intención de casarse con un genio del teatro; sus criados Dato, Mito y Chisme la llevan a París para conocer a un tal Molière y seguir su azarosa vida y sus hilarantes obras», cuentan sus responsables, que aseguran que en la obra se terminan entrelazando la vida del dramaturgo y las de sus personajes.

«El hilo conductor de estas escenas -dice Tato- es la biografía de Molière o, mejor dicho, sus abismales contradicciones biográficas, ya que no conservamos ningún manuscrito y tan solo un puñado de documentos directos (más allá de los textos y prólogos) nos ofrecen vislumbres de la vida de Jean-Baptiste. Por ello, la estampa legada a la posteridad oscila entre la visión legendaria y mitificada de Grimarest o Bulgakov -ambos autores de sendas biografías del dramaturgo- y la escasez de datos reales concretos que recopilan historiadores contemporáneos como Fosterier» (este último autor también de una biografía publicada el pasado año).