Crítica de 'El rey que fue'
Ramon Fontserè, un Rey en carne viva en la sátira de Boadella sobre Don Juan Carlos
Crítica de teatro
Ver al actor sobre el escenario, con ese soberbio despliegue interpretativo, medido hasta en sus últimos detalles, es todo un festín
Albert Boadella estrena una sátira sobre Juan Carlos I: «Hay cosas en la obra que no le gustarán y le harán sentir violento»
Ramón Fontseré y Martí Salvat, en un momento de la función
Crítica de teatro
'El Rey que fue'
- Dramaturgia Albert Boadella y Ramon Fontserè
- Dirección artística Albert Boadella
- Espacio escénico Els Joglars
- Iluminación Bernat Jansà
- Sonido David Angulo
- Vestuario Pilar Sáenz
- Intérpretes Ramon Fontserè, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Javier Villena,Martí Salvat y Bruno López-Linares
- Lugar Teatro Infanta Isabel, Madrid
Aquí está Albert Boadella con una nueva página de sus episodios nacionales: Aquí está Albert Boadella con esta obra sobre Juan Carlos I, un Rey que parece tener cien vidas en una sola biografía y muchas caras en un solo retrato. Boadella y ... Els Joglars nos lo fotografían en esa vejez de «golfo pérsico», en ese momento crepuscular que habla sobre el ocaso, la luz y la sombra de un reinado, ajustando cuentas con sus propios fantasmas mientras se embarca en un día de travesía marítima. A bordo del Superbotín, junto a los acordes de 'La muerte y la doncella' de Schubert, con traje blanco y bastón, acompañado por una periodista y biógrafa, un bastardo y una tripulación poco convencional, nada queda en pie que no se dé de bruces en el esperpento y la farsa, también en la mirada polémica.
Boadella hace pasar por los espejos cóncavos y convexos a ese Don Juan Carlos de infancia solitaria, de muertes familiares, de un Franco del que hereda la Corona, de una Transición a la que quita el pecado original y la leyenda negra, a su vocación sacerdotal por las mujeres y a sus líos con el dinero. Su trama de vicios y virtudes, de persecuciones femeninas y fiesta en alta mar, con una paella que, como España, está hecha de cosas diversas y resulta incomestible, solo resulta verdaderamente seductora a ráfagas. Aquí está la España de hoy con este Rey que trae una tragedia a cuestas; que, entre risa y risa, se confiesa y da salida a sus deslices, sus aciertos y sus zonas de penumbra. También a su humor. Se busca el reconocimiento desde la cruda verdad, los puntos suspensivos que hacen de él una figura humana llena de matices. Pero todo está algo deshilvanado y llega sin la necesaria fuerza.
Sin embargo, ver a Ramón Fontserè sobre el escenario, con ese soberbio despliegue interpretativo, medido hasta en sus últimos detalles, es todo un festín. La fiesta y el esplendor de la obra la trae él, el brillo de un actor capaz de elevar su trabajo a un ingenio, a una inteligencia y a una variedad de recursos verdaderamente destacable.
No hay falla por la que el personaje de Don Juan Carlos se pierda, ni en la voz, ni en los gestos, ni siquiera en las acciones. No hay ni un minuto que no haga gozar a los espectadores. En esos pocos metros de escenario convertido en la cubierta de un velero, Fontserè hace de 'El Rey que fue' no una obra, sino un acontecimiento, un rey en carne viva.