'Medea' vuelve a casa y sus hijos se hacen un selfie

'Medea' es, sin duda, el más icónico de los personajes que han pisado el Festival de Teatro Clásico de Mérida. Ha sido representado en cerca de una veintena de ocasiones desde que Margarita Xirgu la encarnara en el espectacular Teatro Romano en 1933 -en aquella ocasión en la versión de Séneca adaptada por Miguel de Unamuno-; una estatua de la legendaria actriz encarnando a este personaje preside precisamente la entrada al espacio.

El mito griego que pusiera negro sobre blanco por primera vez Hesíodo en su 'Teogonía' y que convirtiera en inmortal Eurípides ha visitado Mérida en versiones muy distintas de la tragedia: texto, ballet, ópera... y la han encarnado figuras como Nuria Espert, Blanca Portillo, Aitana Sánchez-Gijón, Ana Belén, Manuela Vargas o Montserrat Caballé. La soprano catalana protagonizó, en julio de 1989, la puesta en escena de la ópera de Cherubini sobre la hechicera; le acompañaban entonces José Carreras y Elena Obratzsova, entre otros miembros del reparto bajo la batuta de Antoni Ros Marbà y la dirección escénica de José Luis Alonso.

Treinta y cinco años después, la 'Medea' de Cherubini ha vuelto a Mérida para inaugurar la septuagésima edición de su festival. Lo ha hecho con la producción con la que el Teatro Real abrió la temporada -que en unos días cerrará 'Madama Butterfly'-, dirigida por Paco Azorín. En la ciudad extremeña ha contado con la dirección de Andrés Salado al frente de la Orquesta de Extremadura y el Coro de Cámara de Extremadura y un reparto encabezado por la soprano Ángeles Blancas, en el papel titular, y que completaban Noah Stewart (Jasón), Nancy Fabiola Herrera (Neris), Leonor Bonilla (Dirce), Esteban Baltazar (Creonte), Mercedes Gancedo y Karina Dermurova (Doncellas) y Lluís Calvet (Corifeo).

«No se puede decir que no a Mérida», confesaba a ABC Ángeles Blancas, que hace una década interpretó en el Teatro Romano a Salomé, también bajo la dirección de Azorín. Y es que la soprano madrileña está centrada en los últimos años en un repertorio con una vocalidad absolutamente diferente. «Estoy en el Siglo XX, vengo de Prokofiev y ahora voy a Shostakvich» -cantará el papel protagonista de 'Lady Macbeth de Mtsenk,' con la que el Liceo barcelonés inaugurará su próxima temporada-. Blancas, exhausta tras la representación, hablaba no solo de la dificultad vocal del personaje sino también de la complejidad psicológica de una mujer, una madre, capaz de matar a sus hijos por venganza, pero a la que no abandona el tormento. La soprano exhibe a lo largo de la función su canto vigoroso y esa rabia interior que consume al personaje.

Sobre los hijos de Medea, precisamente, pone el foco Paco Azorín, «los grandes olvidados», según sus propias palabras. Su producción, presentada con ligeros cambios con respecto a su estreno en Madrid -marcados por el escenario del Teatro Romano y el obligado aligeramiento de la función en cuanto a la duración-, convierte a los dos niños pequeños que habitualmente se utilizan en las puestas en escena de esta historia en dos preadolescentes, preocupados por los selfies y los videojuegos, que son conscientes de la violencia que les rodea y que incluso forman parte de ella. «Me ha parecido que era de justicia social y política darles voz en esta producción, entenderlos como los auténticos destinatarios de la violencia de la pareja, y proponer al público la identificación con ellos».

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Y lo consiguió, a la vista de la ovación recibida tras el acorde final, con el público que llenaba el Teatro Romano únanimemente puesto en pie (seamos sinceros, tras una representación en este lugar, los espectadores están deseando levantar el culo de la grada, y eso ayuda al entusiasmo a la hora de levantarse); un público entre el que se encontraba el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, que departió tras la función con los intérpretes. Los aplausos fueron especialmente calurosos (esta vez más que la temperatura) para Andrés Salado, director titular y artístico de la Orquesta de Extremadura.