'El imperativo categórico', desafiando lo convencional
Crítica de teatro
Victoria Szpunberg retrata en esta obra algunos de nuestros infiernos contemporáneos y, como es propio de ella, parte de una realidad social o existencial para crear un ambiente casi de distopía
'El imperativo categórico', una comedia casi pesimista
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'El imperativo categórico'
- Texto y dirección Victoria Szpunberg
- Escenografía Judit Colomer
- Vestuario Joana Martí
- Iluminación Marco Lleixà
- Espacio sonoro Lucas Ariel Vallejos
- Intérpretes Ágata Roca y Xavi Sáez
- Lugar Teatro de La Abadía, Madrid
Victoria Szpunberg retrata en ‘El imperativo categórico’ algunos de nuestros infiernos contemporáneos. Como es propio de ella, parte de una realidad social o existencial para crear un ambiente casi de distopía. Con aires cercanos a la comedia, sin levantar en exceso la voz, es ... capaz de levantar una obra opresiva, desasosegante, perturbadora y llena de ironía. Irónico es el título, que nos remite a Kant, e irónico es el argumento donde el principio ilustrado se torna un monstruo propio de Kafka con ecos de los criminales de Dostoievski. Clara G., la protagonista, parece una nieta postmoderna de Joseph K. Vive la precariedad laboral, la institucionalización de la paranoia pedagógica en nuestro sistema educativo, la crisis de la vivienda y, por supuesto, es víctima cotidiana, sin brillo, de esa inercia que expulsa a los márgenes a todos aquellos que no se pliegan al sistema. Además, es cincuentona, acaba de romper una relación sentimental, vive de la miseria de ser una profesora asociada de Filosofía y es tan insignificante que ni siquiera le importa al vecino que la machaca con la música a todo volumen.
Victoria Szpunberg nos habla de que todos los imperativos categóricos de nuestro tiempo nos llevan a esa insignificancia. De que somos tan irrelevantes como Clara G, que ni siquiera teniendo un cuchillo en la mano y sembrando de cadáveres la escena de su vida es reconocida por nadie, ni por su psiquiatra ni por la policía. Sus asesinatos son simplemente salidas de tono, propias de una demente aquejada de acúfenos y de lipotimias.
El espacio escenográfico es un viaje por los no lugares: el apartamento que tiene que abandonar, el departamento de Filosofía, la consulta, la comisaría... Las paredes se corren y descorren para llegar a ningún sitio. Eso mismo ocurre con la propia identidad de Clara G, una nada, una donnadie que encuentra su sitio convirtiendo el mundo en una carnicería.
Las interpretaciones de Ágata Roca y de Xavi Sáez son espléndidas. La naturalidad de ella y el despliegue de recursos de él, tanto cómicos como esperpénticos a la hora de poner en pie todos los personajes masculinos, dan a la obra esa ligereza endemoniada y ese fondo de laberinto existencial.
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‘El imperativo categórico’ viene precedida del éxito y la complicidad de un público que ha sabido ver en ella aquello que el sistema, la propia vida actual se calla de sí misma. Potente y original, crítica y de un humor que hiela, su candor es una dimensión más de toda esta pesadilla con que Victoria Szpunberg vuelve a convertirse en una autora que se vale de lo convencional para desafiarlo.
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