'Decadencia', un poema de humor y terror
Crítica de teatro
Maru Valdivielso y Pedro Casablanc dan vida a unos personajes atrapados en los latidos clasistas de sus propios corazones solitarios
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'Decadencia'
- Texto Steven Berkoff
- Adaptación Benjamín Prado
- Dirección Pedro Casablanc
- Coreografía Aixa Guerra
- Escenografía Sebastià Brosa y Silvia de Marta
- Vestuario Antonio Belart
- Iluminación Juanjo Llorens
- Espacio sonoro Irene Maquieira
- Intérpretes Maru Valdivielso y Pedro Casablanc
- Lugar Teatro de La Abadía, Madrid
La famosa comedia de Steven Berkoff, estrenada en 1994, se ha convertido en la versión que ahora se puede ver en el Teatro de La Abadía en un poema modernista canalla, con el sonsonte de la 'Sonatina' de Rubén Darío al fondo. Un poema ... paródico, estático donde los diálogos picantes del vodevil, de alta temperatura sexual, conviven con esa voracidad casi nihilista de la clase alta, incapaz de ver más allá de sus placeres y de su dinero.
Maru Valdivielso y Pedro Casablanc dan vida a unos personajes atrapados en los latidos clasistas de sus propios corazones solitarios, esos latidos que desprecian a los que sueñan en pisos de cien metros cuadrados, a los que quieren ese sistema político de los mediocres y de los pobres como es la democracia, a los que viven rodeados de toda esa chusma de la inmigración.
Decadencia es una obra sin asomo alguno de misericordia, es decir, donde la única misericordia se solventa con los pantalones bajados, la amante en plena forma y sintiendo el calor de una buena cuenta corriente. La trama está reducida aquí a la mínima expresión: la traición matrimonial y la vida loca loquísima más allá del aburrido matrimonio. Una traición que lleva a la esposa despechada a contratar a un vulgar detective, y a los amantes a no bajarse de sus festines sexuales nombrados con todo su repertorio léxico.
No falta, por supuesto, una visión humillante de la mujer que, en casa, debe ser la puta y «la revista porno», ni falta todo ese manual de instrucciones de la buena amante que no solo debe mantener al hombre a su lado sino también «sacarle hasta los hígados».
Con una escenografía visualmente muy potente, toda ella adquiere un poderoso carácter simbólico: el gran espejo del fondo que integra a los espectadores en la escena como si cada uno de nosotros pudiera ser o vivir la vida de esos personajes o ser quienes ellos desprecian; el sofá rojo pasión, como de casa de citas, que se transforma en cama; y esos aparadores coronados por los símbolos de los órganos sexuales masculino y femenino... Pero es a nivel interpretativo donde esta 'Decadencia' halla su más digna dimensión, Maru Valdivielso y Pedro Casablanc verbalizan, gestualizan y coreografían toda esta frivolidad decadente con aires de otro tiempo, pero que es este tiempo nuestro de una honda enfermedad moral. Una contienda de dos grandes actores que se echan la obra a las espaldas para llevar a cabo lo más difícil: hacer humor con este cuento, con este poema de terror político.
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