'El barbero de Picasso': un disparate delicioso y menor
CRÍTICA DE TEATRO
Pepe Viyuela y Antonio Molero protagonizan la obra de Borja Ortiz de Gondra
'El barbero de Picasso', historia de una extraña pareja

Crítica de teatro
'El barbero de Picasso'
- Autor Borja Ortiz de Gondra
- Dirección Chiqui Carabante
- Escenografía Walter Arias
- Vestuario Salvador Carabante
- Iluminación Anna Espunya
- Espacio sonoro Peña&Del Moral
- Intérpretes Pepe Viyuela, Antonio Molero, José Ramón Iglesias y Mar Calvo
- Lugar Teatro Español (Sala Margarita Xirgu)
Cuando Pessoa tuvo el encargo de hacer la publicidad en Portugal de una bebida desconocida llamada Coca-Cola se le ocurrió el siguiente lema: «Primero se extraña, después se entraña». Ante esta nueva obra de Ortiz de Gondra pasa lo mismo: uno se ... pasa media obra esperando que haya algo más que situaciones humorísticas para terminar aceptando unas determinadas reglas de juego. 'El barbero de Picasso' recrea libremente la amistad entre nuestro pintor más universal y Eugenio Arias, exiliado, militante comunista y barbero en la localidad francesa de Vallaurris. Todo el argumento gira alrededor del regalo con que Picasso obsequia a este pueblo (la escultura de una cabra) y la petición al alcalde de que el acto central del homenaje que se le va a dedicar consista en una corrida de toros a la española, lidiada por Dominguín y en la que se dará muerte a los astados.
Pero Ortiz de Gondra lo plantea todo como una gran humorada, desde la caracterización de los personajes hasta la propia naturaleza narrativa. Esa dimensión hilarante y bufa hace que temas como el exilio, la caída del régimen de Franco, la nostalgia de España y el regreso estén tratados bajo otro prisma. Cuando, tras la muerte de su madre, Arias decide viajar hasta Buitrago de Lozoya en Madrid para el entierro, vemos hasta qué punto la tragedia se ha reducido a unas pocas pinceladas. Ortiz de Gondra ha querido crear un artefacto teatral con sus propias leyes, fruto de la hipérbole, la desfiguración y la desmitificación. Como un cubismo pasado por 'La Codorniz'.
En este sentido, una obra de estas características necesita un nivel interpretativo que no la convierta en un simple chiste. Y realmente tanto Pepe Viyuela, como Antonio Molero, José Ramón Iglesias o Mar Calvo echan mano de su talento y construyen unas actuaciones sólidas, sin convertirse en víctimas de lo forzado del texto y jugando con sus incongruencias: sabiendo, por ejemplo, que este Picasso pero no solo vagamente refleja el Picasso real.
¿Me ha gustado? Me ha extrañado, me ha incomodado a ratos, me ha decepcionado en otros momentos pero, finalmente, si uno se quita de encima determinados prejuicios, incluso de lo que esperaba de Ortiz de Gondra, la obra no deja de ser un disparate delicioso, y menor.
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