'La aventura de la palabra': el día que un cómico se convirtió en académico
Juan Carlos Pérez de la Fuente dirige la adaptación teatral del discurso de ingreso en la RAE de Fernando Fernán Gómez. escrita por Raúl Losánez, con Nancho Novo y Marta Poveda como intérpretes
Fernando Fernán-Gómez, cien años de un coloso de la cultura española
Nancho Novo y Marta Poveda
«Todo en Fernando Fernán Gómez es teatro». Lo dice, con su vehemencia habitual, Juan Carlos Pérez de la Fuente, director del espacio que lleva precisamente el nombre del actor, director y autor español, sin duda una figura capital de la cultura española ... del siglo XX. El 30 de enero de 2000, Fernando Fernán Gómez ingresaba en la Real Academia Española -era el primer actor que lo hacía- con un discurso titulado 'Aventura de la palabra en el siglo XX'. «Representáis, señores académicos, de manera muy señalada, entre otras características honrosísimas, la dedicación, el culto, el amor a la palabra -dijo al principio de su intervención-. Sea no la primera sino una de las primeras que yo utilice ahora -puesto que, palabrón de por mí, ya van unas cuantas- agradecimiento. Y habréis advertido que, cómico de oficio, me he esforzado en que se advierta !a mayúscula fonética, ya que no ortográfica, en esa palabra: agradecimiento».
Un discurso de ingreso en la Real Academia tiene mucho de teatral por su ordenada puesta en escena, por el público que lo recibe. Juan Mayorga convirtió el suyo -'Silencio'- en un monólogo que interpretó Blanca Portillo en el Teatro Español. Y Juan Carlos Pérez de la Fuente ha querido convertir el discurso de Fernán Gómez en «el plato fuerte» de su primera temporada en la dirección del espacio. «Dije cuando llegué que quería que el teatro tuviera el espíritu de Fernán Gómez -explica Pérez de la Fuente-. Quería que él estuviera en el teatro que lleva su nombre y debe tener su espíritu; queremos que sea la identidad, el alma del teatro. Fernán Gómez es el hombre más importante de la cultura española; lo tocó todo y todo bien».
Pérez de la Fuente confió la tarea de convertir un discurso en un texto teatral a Raúl Losánez. «Fernán Gómez era autor, y muy bueno; había cultivado con acierto y estilo prácticamente todos los géneros. Sin embargo, no estuvo en su ánimo franquear aquellas puertas como un escritor más que fuera a encontrarse allí con otros selectos colegas, sino como un humilde cómico enzarzado en su poética quimera de relacionar la escritura con el habla; como un actor buscando sobre el escenario el valor artístico del lenguaje en su oralidad, esto es, en su concreción expresiva, siempre fugaz e inaprensible».
Losánez dio muchas vueltas a la dramaturgia -«no quería hacer un biopic ni una función sobre su figura»- hasta que encontró la clave en dos sustantivos: «servidor» y «enamorado», que Fernán Gómez se aplicaba a sí mismo en relación a la palabra. Ésta tomó cuerpo en una mujer - «no se puede entender a Fernán Gómez sin una mujer», apostilla Pérez de la Fuente- y Losánez creó un terreno onírico y poético en el que Fernán Gómez se imaginara el discurso. «Esto nos permitía humanizar al personaje», dice el dramaturgo, que añade que «vamos a ver a un hombre con las fragilidades y las inseguridades de cualquiera en su situación, porque no deja de ser un simple cómico que ha de enfrentarse a un nuevo público, que es el de la Academia, que tiene un halo de prestigio que puede resultar bastante incómodo, y ante el cual debe demostrar que puede ser uno más de ellos, que tiene suficientes méritos y talentos para serlo». «Fernán Gómez no es una caricatura, no es el anciano que grita '¡A la mierda!' -añade Pérez de la Fuente-; es una figura fundamental, no se puede entender el siglo XX en España sin él. Era además un hombre honrado, y ante el discurso, él sintió miedo». Y cuenta Pérez de la Fuente una anécdota que vivió junto a Fernán Gómez: «Cuando yo dirigía el Centro Dramático Nacional, coprodujimos con el Centro Dramático de Aragón una adaptación teatral de 'Don Quijote' con versión de Fernán Gómez y fuimos a su casa para pedirle que también la dirigiera. La conversación discurrió entre tragos de whisky, y en un momento determinado Fernán Gómez me dijo: 'Es que yo no soy un buen director', y yo, inconsciente, le di la razón: '¡De eso no cabe duda!'». Pérez de la Fuente cuenta que a Fernán Gómez le cambió la cara y él temió lo peor. Estalló el académico: «¡Vienes a mi casa, te bebes mi whisky y te atreves a insultarme así!» «Pero -concluye Pérez de la Fuente- al final dijo: 'Lo voy a dirigir'. Fernando era un niño grande, una persona muy vulnerable».
Nancho Novo y Marta Poveda son los intérpretes de 'La aventura de la palabra', un espectáculo que sube a escena el próximo martes. El actor confiesa que en varias ocasiones le han señalado que tiene un aire a Fernán Gómez, pero aclara que no se ha querido en ningún momento hacer una imitación ni en la voz ni en los gestos -de hecho, su personaje es simplemente 'El ponente'-. También él cuenta una anécdota de la única vez que coincidió con Fernando Fernán Gómez. «Era el estreno de 'Las bicicletas son para el verano' en el Teatro Español; yo entonces estudiaba interpretación y había ido con otros compañeros para ver si podíamos entrar; pero no tuvimos éxito y nos fuimos al bar del teatro. Allí estaba Fernán Gómez, al que no le gustaba asistir a sus estrenos. Quisimos acercarnos, como habíamos hecho semanas antes con José María Rodero para saludarle y pedirle algún consejo, pero no pudimos ni acercarnos a dos metros, porque con un gesto tan hosco como autoritario, sin pronunciar una palabra, nos ordenó que nos alejáramos».
Marta Poveda pone la rúbrica. Ella es la palabra, pero también, asegura la actriz, «soy musa, inspiración, arenga, provocación, madrastra...»