Paula Iwasaki: «Solo desde los clásicos podemos comprender la sensibilidad y la mirada contemporánea»
La actriz sevillana pisa por primera vez la arena del Teatro Romano de Mérida con la obra 'Hipatia'
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Iniciar sesiónLos actores españoles tienen, en su lista de cosas para hacer al menos una vez en su vida, pisar el escenario del Teatro Romano de Mérida. Es, lo confiesan todos los que lo han hecho, una sensación diferente. Y eso es lo que le ha ... ocurrido a Paula Iwasaki (Sevilla, 1990), que estos días encarna sobre las milenarias piedras a una legendaria mujer: la filósofa y matemática alejandrina Hipatía. Paula, curtida en experiencias como la Joven Compañía de Teatro Clásico, de cuya cuarta promoción formó parte, tiene una mirada al tiempo sonriente y aventurera, más si cabe todavía en estos días de bautizo emeritense.
¿Qué supone trabajar en este teatro? Los que lo han pisado hablan de una energía diferente.
Este mismo espectáculo, contando la misma historia y con las mismas interpretaciones, no resultaría igual si lo hiciéramos, por ejemplo, en el Matadero, en Madrid. No tiene el mismo significado. Hay algo como de conjuro en el hecho de hacerlo aquí en Mérida. Si se trata de rescatar la memoria y el legado de Hipatia y rendirle homenaje, no existe un lugar mejor que el Teatro Romano. Tengo una sensación parecida a la que tuve cuando interpreté '¡Ay, Carmela!' en Belchite; la sensación de que trasciende el hecho teatral y se convierte en algo mágico.
¿Y cómo influye eso en la interpretación, de forma incosciente?
El inconsciente siempre está presente, y como intérpretes tenemos que sujetar la historia, pero los espacios tienen una energía que te arrastra y que, sin tú haberlo pensado previamente, te hace utilizar una expresividad desconocida que no habías previsto.
Viene de hacer en el Festival de Almagro 'Castelvines y Monteses', con la que lleva varios meses de gira. No para...
Estoy feliz. Ha sido un año, a pesar de lo difícil que se ha presentado, muy interesante. La gira de 'Castelvines y Monteses' sigue hasta junio de 2022 y disfrutando muchísimo. También un poco loco, porque salir de los ensayos de 'Hipatia' y su tono trágico, y meterte en ese tono lúdico y gamberro que tenemos en 'Castelvines y Monteses'... Pero es un lujo.
Pero esos cambios deben de ser una carga de energía para un actor... O para un ser humano.
Yo hablaría más de un ser humano que de un actor. A mí este ritmo tan frenético me está llenando de adrenalina y a veces tengo que parar para darme cuenta de que no es la vida real; ese nivel de energía y de ímpetu que tengo ahora hay que rebajarlo. Es bueno vivirlo, pero por suerte la vida no tiene esta intensidad.
Cuando se encarna a personajes históricos, un actor cuenta con muchos caminos para conocerlos al margen del texto, aunque sobre 'Hipatia' haya muchas sombras. ¿Dónde la ha buscado usted?
Oí hablar de ella por primera vez en 'Ágora', la película de Amenábar. Me pareció una mujer fascinante de la que teníamos poca información. Cuando me llamaron para hacer este papel leí e investigué: no quise volver a ver la película, porque quería entenderla desde mi sensibilidad y encontrar mis nexos de conexión con ella... Descubro a la científica leyendo sobre ella, pero descubro su lado más humano cuando empiezo a ensayar, porque tengo las miradas de mis compañeros, sus réplicas, sus tonos de voz... Siento esa brusquedad, esa violencia, ese terror que debió de sentir a pesar de mantenerse entera y estar dispuesta a morir por sus ideales... Y siento la duda que ella debió de sentir. Es precioso ver dudar a un personaje tan entero y al que la Historia ha querido mantener como una mártir de sus creencias, pero desde un lugar tan científico y racional. Pero estas personas tan firmes en sus ideas también tenían sus grietas, también se quebraban y se atemorizaban.
Cuando se tiene en las manos a dos personajes tan distintos como la Julia de 'Castelvines y Monteses' y esta Hipatia, ¿se unen de alguna manera, se permean?
Yo creo que sí, y eso es lo precioso y la suerte de que tantas sensibilidades distintas pasen por nuestra sensibilidad; por nuestro cuerpo, nuestra piel, nuestro estómago; no prevés esos puntos de convexión, pero al pasar por ti sí se genera una permeabilidad entre ellos. Es curioso como el cuerpo se protege y reserva parcelas y espacios para cada uno de ellos, pero hay una corriente que cruza entre personajes, y me encanta que así sea.
Con la perspectiva que tiene ahora, ¿qué le ha aportado su paso por la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico?
Es el pilar de mi carrera, mi manera de afrontar o comprender los textos pasa por un análisis exhaustivo de la palabra, que quizás no sería tan fundamental para mí si no hubiese pasado por la disciplina de la Joven. Además me hace ser consciente de la importancia de los clásicos. Se dice que hay que rescatarlos y actualizarlos, pero yo realmente lo siento como una obligación. Y solo desde los clásicos podemos comprender la sensibilidad y la mirada contemporánea.
¿Le ha aportado mayor responsabilidad a la hora de subirse a un escenario?
Sí, pero no solo mi paso por la Joven, también el desarrollo de mi carrera. Esa adrenalina y ese nervio feliz del principio siguen estando, pero conforme pasa el tiempo te vas dando cuenta de la suerte que tienes al estar trabajando en esto, y te subes al escenario cada día con mayor respeto y responsabilidad. Hay muchos ojos puestos sobre esa historia y mucha gente dispuesta a ser transformada con lo que les cuentes.
Durante la pandemia se repite como un mantra que la cultura es más necesaria que nunca.
Es que cuando hay miedo o incertidumbre, el ser humano necesita consuelo, y la cultura otorga ese consuelo porque otorga rendijas por las que respirar, y lanza preguntas, propone miradas diferentes, propone soluciones... Nos hace reflexionar. ¿Cómo no va a ser necesaria? Para descansar de nuestra realidad, para preguntarnos lo que no somos capaces de preguntar hasta que lo vemos reflejado en otra historia...
Los personajes influyen en los intérpretes, evidentemente, ¿pero lo hacen de forma consciente?
Su influencia es absoluta. Durante un tiempo muy intenso le estás dando al personaje tu alma, tus emociones. Se produce una encarnación que sale de ti y el personaje se queda en ti. Probablemente es inconsciente, y la conciencia la adquieres con el tiempo... Como cuando nos enamoramos; no sabemos poner en palabras lo que nos está sucediendo. Con los personajes ocurre algo similar. El que más influencia ha tenido en mí ha sido Carmela (de la obra de Sanchis Sinisterra); he crecido con él, me he formado con él y lo he representado durante ocho años ininterrumpidos. Y ahí me he dado cuenta de cuánto hay en mí de ese personaje y de cuánto de mí le sigues poniendo conforme creces y maduras. Mi Carmela ahora sería totalmente distinta... Con el mismo punto de partida, pero con todas las capas de las vivencias y las experiencias que he tenido. Me gustaría creer que en mí hay un poco la confluencia de todos esos personajes.
Ha hablado de enamoramiento. ¿Qué le ha enamorado de Hipatia?
¡Qué no me ha enamorado! Es increíble pensar que una mujer así existió hace dieciocho siglos. Es una mujer de nuestro tiempo, incluso más avanzada que muchas mujeres que son líderes hoy en día. Fue probablemente la primera gran pensadora de la Historia antigua. Astrónoma, matemática, científica, filósofa; renunció al amor para dedicarse a sus estudios, enmarcada en una época de hombres -aunque también las mujeres recibían unaformación, pero al casarse su única dedicación era su familia-. Sobre todo, era una mujer que creía en un espacio de convivencia donde cabían todo tipo de creencias religiosas, de etnias, de sensibilidades. Ella quería dar voz a todas las voces diferentes de su época, y yo solo puedo sentir admiración por alguien así, tan valiente.
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