Un genio de la comicidad
José Luis López Vázquez ha sido y es uno de los grandes, de los grandes grandes. Fue singular. Tenía una singularidad muy acentuada, que lo reflejaba en todo. Recuerdo muy mal, y no sé si nos conocimos en teatro. Coincidimos juntos en el rodaje de ... esa maravilla que es «Atraco a las tres», donde trabajamos con muchísima ilusión. No soy hombre de anécdotas, no las recuerdo, pero es inolvidable esa imagen de José Luis [que interpretaba a Fernando Galindo] cuadrándose en el banco a las señoras que entraban y salían: «¡Un admirador! ¡un amigo! ¡un esclavo! ¡un sieeeervooo!» Fue una joya de película, con un éxito tan extraordinario que en Estados Unidos tuvo asimismo gran éxito durante muchos años.
Hace pocos años hicimos juntos la película «¿Y tú quién eres?», donde se abordaba con un absoluto respeto la enfermedad del Alzheimer. Fue un gran rodaje. Con José Luis desaparece, más que un actor de gran carácter, un genio de la comicidad, porque él tenía una gracia especial, que manejaba con una gran facilidad. En lo cómico ha sido un gran actor ¿Que si le costaba hacer reír...? Eso era parte de su trabajo. Él tenía una gran facilidad para hacer gracia. Me contaba últimamente que en toda su carrera hizo más de 250 películas, y yo le decía que tengo hechas 312. Entre José Luis y yo sumamos más de 550 películas: ¡es increíble!
¿Que si España ha sido lo suficientemente justa con actores como José Luis o como yo? ¡Hombre, no nos podemos quejar! José Luis ha llevado una vida bastante desahogada y muy recompensada, y yo no me puedo quejar tampoco. Sobre esa catalogación de clasificarnos como «secundarios» aquí esa palabra la emplearon mal porque secundario es algo inferior y nadie que actuaba como secundario pensaba que era un inferior. Siempre ha tenido categoría eso y en el extranjero, donde decían a voz en grito: ¡los mejores actores son los secundarios españoles!
En 2004 actuamos por primera vez juntos en escena Agustín González, José Luis López Vázquez y yo en «Tres hombres y un destino». Éramos tres viejos, los tres de la misma época y por desgracia ya dos de ellos han desaparecido. Y ahí queda eso. ¡Este guiñapo ya! ¡Vamos a ver si duramos, hombre!
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