Antonio Canales: «No puedo bajar la guardia, ya no lo olvido»
El artista sevillano inicia una nueva etapa como director del tablao Villa Rosa, que reabre sus puertas
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Iniciar sesión«Flamenco for today?» Con los pasquines en la mano, un par de empleados del Villa Rosa se dirigen a los transeúntes que pasan por delante de la puerta de este local, que exhibe orgulloso sus coloridos azulejos. «¿Pero no estaba cerrado?», pregunta alguna persona ... informada. «Pero ya hemos abierto, ¿quiere pasar a ver el local?» En ese momento llega un hombre sonriente, vestido de negro, y entra en Villa Rosa . «Buenas tardes, Antonio», le saludan los empleados. Antonio es Antonio Canales , el nuevo director del mítico tablao, que reabrirá sus puertas oficialmente el mes próximo -aún no hay fecha definitiva- después de algo más de un año cerrado. El Villa Rosa es uno de los locales míticos de Madrid; fundado en 1911 por un banderillero y dos picadores (el local es vecino del antiguo 'hotel de los toreros', el Victoria, hoy ME Madrid Reina Victoria), fue freiduría y restaurante antes de, en 1921, empezar sus actividades como tablao . En los sesenta y setenta vivió etapas de zozobra, reabrió en los ochenta como discoteca y hace una década retomó su actividad como tablao.
Fueron los hermanos Ivana y Lucas Portolés , dueños del Villa Rosa y de otro local flamenco, Cardamomo, quienes contactaron con Antonio Canales para que resucitara el tablao más antiguo de Madrid. «Queremos tu marca y tu sabiduría», cuenta el bailaor que le dijeron. «Me he comprometido por un año; ya veremos si después quiero seguir».
Está enredado actualmente Canales en las audiciones para encontrar un cuerpo flamenco estable; de momento, cuenta con dos cantaores de garantía; Juañares y Guadiana . Pero no solo se encarga de lo artístico: «Pedí carta blanca para hacer lo que quisiera; hemos limpiado los azulejos, estamos remozando el local de arriba abajo. estoy buscando quien se encargue de la cocina, del aspecto gastronómico... Aunque durante la actuación no se van a dar comidas; tan solo jamón y cosas que se puedan tomar con la mano o pinchando un palillo».
Y es que Antonio Canales quiere que Villa Rosa recupere el sabor de los tablaos antiguos , de esos templos del flamenco que, actualmente, tienen mucho de locales para turistas (con honradísimas excepciones). «Es algo que se me ha metido en la cabeza. Me llama mucha gente que quiere recuperar las noches del Villa Rosa; muchos toreros se vestían en el hotel de al lado y después de la corrida venían a comer pescado frito por las noches y a celebrar sus éxitos. Ellos quieren volver a Villa Rosa. Tenemos dos mil personas esperando que reabra, y ninguno es extranjero».
Quiere Antonio para el cuadro flamenco bailarines y bailarinas guapos, que llamen la atención por su baile y por su belleza. «Quiero que el espectador levante la cabeza y exclame: '¿Eso qué es?'» Le ronda una idea por la cabeza para el futuro -y achina los ojos en una sonrisa cuando lo cuenta-: convertir el cuadro flamenco en un espectáculo para teatro que se titule 'Villa Rosa'.
Antonio Canales sabe bien lo que es un tablao. La última vez que se subió a uno fue en el desaparecido Zambra, en Madrid, en un espectáculo, 'Cinco bailaores', donde compartía escenario con Joaquín Cortés, Cristóbal Reyes, Adrián Galia y Joaquín Grilo . «He hecho alguna cosilla, pero ese es el último gran espectáculo en tablao -recuerda Antonio Canales-. ¡De teloneros teníamos a Los del Río! Todas las noches estaba lleno de artistas que venían a vernos: Lola Flores, Pilar López, Antonio Gades. Ese es el último tablao, después empezó a abaratarse todo. Nos daba miedo, mucho más que el Teatro de la Zarzuela...»
El bailaor sevillano cree en la importancia de transmitir la tradición. En la danza española ha habido siempre un respeto por los maestros que hoy en día, dice, se ha perdido. «San Google ha hecho mucho bien en muchas cosas, pero mucho daño en otras; yo he trabajado con Antonio Ruiz Soler, con Antonio Gades, con Alberto Lorca, con Juan Quintero ... Los jóvenes ahora no tienen esa referencia, tenemos que ser nosotros, la generación intermedia, quien se la transmita. Pero raras veces cuentan con nosotros, y no se puede aprender a bailar viendo vídeos de YouTube. El baile español tiene un estilo, unas características propias... Son matices que lo distinguen. Y si no se conocen, los bailarines parecen simplemente deportistas, atletas».
Desde hace tres décadas, aproximadamente, los bailarines están en el 'star system' televisivo, dice Antonio Canales. «La televisión es otro mundo y es un arma de doble filo», dice el bailaor, que pasó recientemente por el 'reality' 'Supervivientes' y después ha estado vinculado a Telecinco. «Hubo un momento -confiesa- que me hizo mucho daño; caí preso de él y no tenía vida privada. Y lo que hice es esconder mi mundo, cerrarme, y todo, hasta los delirios, como las fiestas privadas, lo llevas a la exaltación. Y no es sano, no es sano. Hubo un momento en que me sentí perseguido, y mi preocupación era no bajar la guardia. Cuando yo pensé que se había pasado esa fiebre, bajé la guardia y ocurrió el episodio de la playa, cuando me pillaron con mi novio. Se me olvidó que además de Antonio Gómez de los Reyes era Antonio Canales. Pero ya no se me vuelve a olvidar».
Cuenta que el 14 de febrero terminó su contrato con Telecinco, pero no ha dejado la televisión: es uno de los jurados de 'Tierra de talentos', en Canal Sur. «Pero eso es otra cosa, aunque sea televisión», argumenta. « Ese sí es mi terreno, pero para llegar a él sabía que antes me tenía que tirar al ruedo de 'Españistán' . Me llamaron para hacer 'Supervivientes'; puse mis condiciones, pero sabía que tenía que echarme al ruedo, no iba a esconderme en el burladero. Me dieron más dinero que el que ganaría trabajando diez años. No he ido a ningún programa gratis. Yo sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja que podía romperse en cualquier momento, rozando el morbo y lo banal».
Pero todo eso, dice Antonio Canales, terminó. «No es mi mundo, yo sabía que tenía que irme. Me han llamado para ir a otros programas, pero no. ¿Qué hago yo ahí? Ya tengo las espaldas cubiertas; me ha salido bien, pero me puede coger el toro por la espalda y darme un puñalón». Su mundo, ahora, se llama Villa Rosa. Antes de terminar la conversación, mira el espacio, «una joyita», con admiración y ensoñación: «Aquí -concluye orgulloso- ha venido todo el mundo: Hemingway, Ava Gardner, Valle-Inclán ... Dicen que hay un túnel que lo une con el Palacio Real por el que venía Alfonso XIII...»
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