Gerónimo Rauch y su nuevo desafío, «El fantasma de la Ópera»
Después de un año en «Los miserables», el intérprete protagoniza el musical de Lloyd Webber en Londres
JULIO BRAVO
Desde hace un mes, hay un nuevo fantasma en Londres. Gerónimo Rauch, de origen argentino, pero que lleva varios años afincado en España. es el nuevo protagonista del musical «El fantasma de la Ópera» , que dentro de unos días, el 9 de octubre, ... celebrará veintisiete años en cartel en el Her Majesty's Theatre de Londres. Rauch se ha incorporado a este musical tras interpretar durante algo más de un año a Jean Valjean en «Los miserables» , también en Londres. Fue precisamente su encarnación de este emblemático personaje en la producción del musical en Madrid la que llamó la atención del topopoderoso productor Cameron Mackintosh , y la que le abrió las puertas del West End londinense.
A pesar de ello, para interpretar al atormentado personaje creado por Gastón Leroux (el musical de Andrew Lloyd Webber está basado en su novela), Gerónimo tuvo que pasar por varias audiciones. «Tuve que superar tres pruebas hasta que me hicieron la propuesta. Las dos primeras, en las que estuvimos varios candidatos, fueron una especie de workshop, un taller en el que trabajamos la partitura y el personaje. La tercera, que fue ya la definitiva, la hice delante del propio Cameron Mackintosh; fue en el mes de abril. Después de esto, me dieron el papel».
Desde que hace cinco años, un video de YouTube le trajera a España -los responsables de la productora Stage decidieron al verlo darle el papel de Jesús en el musical «Jesucristo Superstar » -, la carrera de Gerónimo Rauch ha sido una constante escalada. En nuestro país intervino también, además de en los musicales citados, en «Chicago» , y de la mano de Edelmiro Arnaltes y del desaparecido Suso Mariátegui comenzó a trabajar en el repertorio lírico.
Encarnar al Fantasma le ha supuesto, por una parte, «un cambio necesario, una energía fresca » -después de tres años como Jean Valjean, en España y Gran Bretaña-, y «un desafío»-. Ha tenido el privilegio, además de poder trabajar con Harold Prince , una leyenda del teatro británico, y el director original de la producción de «El fantasma de la Ópera». «A sus ochenta y cinco años -dice Gerónimo-, sigue siendo un tipo brillante. El trabajo que hicimos con él fue sobre todo para aportar sutileza a nuestra interpretación; resultó muy enriquecedor y me aportó mucho a la comprensión de mi papel. Prince se detuvo sobre todo en el personaje de Christine, y trabajamos mucho en la relación que hay entre los dos».
«Necesito 45 minutos cada día para tranformarme en el Fantasma»
Antes de entrar diariamente en el papel, Gerónimo Rauch necesita cuarenta y cinco minutos para convertirse en él. Es el tiempo que se precisa para que le maquillen y coloquen las protesis que le convertirán en un ser deforme y monstruoso. Pero es un personaje que le tiene fascinado. «Es riquísimo y súper demandante , un auténtico desafío. Vocalmente me exigía más Jean Valjean, pero en el segundo acto tiene grandes dificultades, por los gritos y la desesperación que hay que mostrar. Y hay que añadir la actitud física ; Valjean, en este sentido, me resultaba más natural». Y añade que para encarnarlo se ha inspirado «en los toreros , en cómo se plantan delante del toro. Pero es algo totalmente ajeno a mí y ha sido un desafío».
«Lloro casi todas las noches»
Además de la palabra «desafío» , Gerónimo Rauch, a lo largo de la conversación telefónica, repite varias veces la palabra «feliz» . Lo está por su vida personal (con un hijo de apenas un año, que no deja de sorprenderle cada día), y por su trabajo. «Éste es un musical apasionante ; casi todas las noches, hacia la mitad del segundo acto, lloro. No puedo dejar de emocionarme por lo que está pasando y por la música, y lloro. No es un recurso de actor, sino lo que siento». Y es que, asegura, el del Fantasma es un papel exigente y muy hermoso . «Es un artista enamorado, una persona con cierta locura y ciclotimia, que pasa del amor al odio, al dolor, y es muy atractivo superar todos los estados de ánimo».
«Está muy bien escrito -añade-. Es una persona que deposita su amor más puro en Christine, en la que ve incluso a la figura de su madre. Mi trabajo es que el público, a pesar de ser un monstruo, le tome cariño a pesar de su violencia y quiera que Christine se vaya finalmente con él». Como dificultad -y aliciente- añadida, a Gerónimo le toca compartir escenario con tres intérpretes de Christine distintas. «La titular del papel es Sofía Escobar, portuguesa. Pero hay dos alternantes, que me ofrecen otras reacciones y hacen que la relación sea diferente. Una es más terrenal, otra lo hace todo desde la pasión, y la tercera es más frágil y terrenal».
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