El 84% del sector artístico británico dice no poder opinar libremente

Un informe, en el que se ha encuestado a 483 personas del sector, revela una crisis de libertad de expresión

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J. K. Rowling levanta ampollas por sus opiniones sobre las mujeres transgénero Afp

Ivannia Salazar

Corresponsal en Londres

La libertad de expresión, históricamente celebrada como el núcleo vital de las artes, se encuentra hoy en una situación crítica dentro del sector artístico y cultural del Reino Unido. Así lo documenta el informe 'Afraid to Speak Freely' ('Con miedo a hablar ... libremente'), publicado por la organización Freedom in the Arts (FITA), una plataforma fundada en 2023 por la coreógrafa Rosie Kay y la exfuncionaria cultural Denise Fahmy, ambas directamente afectadas por haber represalias profesionales tras expresadas opiniones «políticamente incorrectas».

El informe, basado en una encuesta respondida por 483 profesionales de las artes, muestra un deterioro alarmante en la percepción de libertad para opinar dentro del sector. Según los resultados, el 84% de los encuestados afirmó que «nunca», «rara vez» o «solo a veces» se siente libre de expresar públicamente sus opiniones personales.

El diagnóstico es claro: hay un clima generalizado de autocensura, miedo a las represalias y presión para alinearse con una ideología dominante. El 93% de los encuestados está de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación «los trabajadores del sector artístico y cultural que comparten opiniones controvertidas corren el riesgo de ser profesionalmente marginados».

Los testimonios recogidos en el informe revelan un patrón consistente de intimidación y aislamiento profesional. «Los artistas están siendo obligados al silencio, no porque les falte creatividad, sino porque temen las repercusiones profesionales«, señala Rosie Kay en el documento. Denise Fahmy, por su parte, ganó en 2023 un juicio por acoso laboral contra Arts Council England, tras ser forzada a abandonar su cargo y ser acusada de 'transfóbica' por defender públicamente a una organización que ha sido duramente cuestionada por colectivos trans por sus posturas críticas hacia este activismo.

La política transgénero y el conflicto entre Israel y Palestina, entre los temas considerados especialmente peligrosos

El informe identifica una lista de temas considerados especialmente peligrosos para la carrera profesional dentro del sector artístico, como los derechos de las mujeres o la política transgénero. Así, expresar opiniones críticas con la autoidentificación de género, o defensor de espacios exclusivos para mujeres, es percibido como una postura «de alto riesgo». «Decir que las mujeres trans no son mujeres, o incluso sugerir que esta afirmación puede ser debatida, es automáticamente catalogado como transfobia», escribió una de las personas encuestadas. Otra agregó que «el abrazo casi sectario de la ideología de género significa que afirmar hechos biológicos te convierte en blanco de bullying y ostracismo«.

El conflicto entre Israel y Palestina también figura como un tema explosivo. «Las declaraciones vehementemente propalestinas son aceptadas o incluso alentadas, pero cualquier cosa pro Israel es condenada», señaló un participante. Otro afirmó que «en mi entorno teatral, decir que Israel tiene derecho a existir te convierte en un paria».

«La gente que trabaja en el sector artístico no se atrevería a admitir públicamente opiniones políticas de centro derecha»

Otros temas identificados como «tabú» incluyen la crítica a la inmigración, el nacionalismo británico, el Brexit y cualquier expresión considerada de derecha o conservadora. El 78% de las personas encuestadas coincidió en que «la gente que trabaja en el sector artístico no se atrevería a admitir públicamente opiniones políticas de centro derecha».

Asimismo, el 53% de los participantes dijo sentirse presionado por sus propios amigos, tal y como lo expresó un encuestado: «Amigos que conocí desde hace años me dejaron de hablar de la noche a la mañana porque cuestioné la postura aceptada sobre un tema social». Una presión que se ve amplificada por las redes sociales, «entornos hostiles» donde una opinión mal recibida puede desencadenar una avalancha de insultos, cancelaciones y amenazas. «Un solo tuit equivocado y comienza la avalancha... El resto nos quedamos en silencio por miedo», señaló otra persona.

Esta cultura del miedo, señala el informe, está erosionando la calidad artística al incentivar el conformismo creativo. Un escritor afirma que «bueno, en la crítica literaria actual, significa 'estoy de acuerdo contigo', más que 'es de buena calidad'». Añade que eso produce una «influencia aplastante sobre el proceso creativo».

La dimensión institucional también tiene un papel importante. Varias respuestas subrayan que la dependencia del sector artístico de la financiación pública ha generado un entorno de autocensura preventiva. «Todos sabemos qué temas molestan a los grandes financiadores, así que simplemente los evitamos». Otro señala que «mantener la financiación pública se usa como excusa para acciones ilegales», y que las decisiones curatoriales o de programación se toman muchas veces en función de «lo que no genere polémica», más que en la calidad o relevancia del contenido artístico. La conclusión del informe es contundente: «El sector artístico británico promueve la libertad creativa en teoría, pero no permite la libertad de expresión en la práctica».

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Sobre el autor Ivannia Salazar

Corresponsal en Londres para ABC.

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