Rufus Wainwright: «Madonna se ha convertido en un monstruo fascinante»
Este 2 de junio publicó su nuevo disco 'Folkocracy' y el 27 de julio inaugura el Universal Music Festival en el Teatro Real
El cantante, músico y compositor Rufus Wainwright
Hijo de los cantantes de folk Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle, Rufus Wainwright se siente parte de una «folkocracia» como la de los Carter, los Seeger o los Thompson. En su ascenso a la fama mundial se «desvió» hacia la ópera y el ... pop, pero ahora ha vuelto adonde comenzó todo en 'Folkocracy', un nuevo álbum que vió la luz este 2 de junio y que fue grabado en una serie de sesiones que fueron como «una fiesta de cumpleaños» a la que invitó a John Legend, David Byrne, Sheryl Crow, Brandi Carlile, Nicole Scherzinger, Andrew Bird, ANOHNI, Susanna Hoffs, Van Dyke Parks, Madison Cunningham, Chaka Khan y parte de su familia: su tía Anna McGarrigle, su hermanastra Lucy Wainwright Roche y su hermana Martha Wainwright.
Tras las escalas de su gira en A Coruña, Elche y Sevilla, el artista norteamericano (tiene tanto de estadounidense como de canadiense) charla con ABC sobre este flamante nuevo trabajo, sobre su familia y sobre los planes que piensa hacer en Madrid cuando viaje a la capital el próximo 27 de julio, para actuar una vez más en su querido Teatro Real como pistoletazo de salida del Universal Music Festival.
¿Qué tal ha ido en Coruña, Elche y Sevilla?
Fantásticamente bien. Los shows han sido geniales, y como siempre, el clima y la comida también (risas).
En julio vendrá a Madrid para dar un concierto en un lugar que conoce muy bien, el Teatro Real. ¿Qué recuerda de sus actuaciones allí?
Tengo una historia increíble con ese teatro. Celebré allí mi cumpleaños hace unos diez años, presenté allí mi última ópera… Lo que más me gusta del Real es que es muy versátil, ya sea para dar conciertos solistas o con orquesta. Tiene un dinamismo impresionante, así que nunca me siento incómodo cantando allí, ya sea ópera o pop, funciona genial.
Su relación con Madrid es muy profunda.
Con España en general. Siempre ha sido muy receptiva a mi trabajo y me ha apoyado desde el principio. Pero lo más importante del público español, especialmente el madrileño, es que es muy leal: si te acepta, lo hace para siempre. Por eso, cada vez que vengo es como volver a ver a un viejo amigo.
¿Hay algo que siempre intente hacer cuando viene a Madrid? ¿Quizá ir al Museo del Prado, o cenar con Almodóvar?
Siempre que vengo intento ver a Pedro, pero es un tipo muy solitario y huidizo, y no es fácil (risas). Y por supuesto me encanta ir a El Prado. Otra cosa que amo de Madrid es ese parque gigantesco en medio de la ciudad.
El Retiro.
Eso es. Es un lugar maravilloso. Yo vivo en Los Ángeles, y no es una ciudad por la que se puedan dar paseos por un parque como ese. Hecho de menos el Central Park, debería haber uno en Los Ángeles (risas).
¿Cómo ha sido la grabación de 'Folkocracy'? Imagino que ha buscado un sonido artesanal.
Sí. Ha sido un proceso increíble, que se ha desarrollado de una forma muy orgánica. Un día, viendo los Grammy, me di cuenta de que había un montón de categorías de folk y me pregunté, «¿por qué no he hecho yo un disco de folk, viniendo de donde vengo?». Le propuse a mi productor investigar un poco en la idea, y le pareció estupendo. Lo siguiente fue estar grabando una canción de Nina Simone con Chaka Khan, y después siguieron viniendo el resto de colaboradores. Es un disco folk en todo, en el sonido, en las canciones y sobre todo en la filosofía de trabajo. Es muy íntimo, muy acústico, y muy vivo, en el sentido de capturar las emociones en directo de forma que al ponerlo, el oyente sienta que estamos sonando en su habitación.
Algunos de los artistas invitados no son nada folk, como Chaka Khan. ¿Cómo fue trabajar con ellos en Los Ángeles en un proyecto tan marcadamente folk?
Los Ángeles tiene muchas cosas malas, el tráfico exagerado, la polución, la violencia, la abundancia de armas en la calle… Pero es un lugar en el que todo es fácil a la hora de reunir a gente tan variopinta como Sheryl Crow y Chaka Khan. Fue muy divertido, sobre todo porque al no estar trabajando con material mío, ni suyo, sino de otros compositores, había una neutralidad que nos hizo sentir mucha libertad.
Video.
¿Por cuál de sus invitados siente una admiración más íntima?
El disco comienza con una canción llamada 'Alone' que interpreto con Madison Cunningham, una guitarrista impresionante que se está haciendo muy famosa en Estados Unidos. Tiene un talento extraordinario, y establecí una relación musical con ella muy fuerte. También debería mencionar a Brandi Carlile, que es una profesional que trabaja durísimo. También estoy contentísimo de haber podido contar con la genial ANHONI.
Su madre también está presente de alguna forma en el disco, ¿verdad? Creo que alguien toca su banjo en uno de los temas.
Así es, en la última canción, una tradicional escocesa llamada 'Wild Mountain Thyme'. Un amigo de la familia, Chaim Tannenbaum, toca el banjo de mi madre en lo que técnicamente son las últimas notas del álbum.
Creo que su madre llegó a sentir celos de su éxito, y trató de chincharle diciéndole que no era tan bueno como decía todo el mundo.
Sí, menos mal que yo lo vi como una forma de empujarme hacia delante, para que no me acomodara.
¿Pero siempre lo interpretó así, o al principio le molestaba y le hacía sentir mal?
Supe interpretarlo así muy pronto. En mi familia hay tantas visiones artísticas que sabía que lo que hiciese nunca iba a gustar a todos. La familia es la familia, pero cuando subes al escenario y se encienden los focos y el micrófono, los cantantes son cantantes (risas). Y ahí no hay reglas, sólo manda el ego. Al principio, la verdad es que era horrible, pero si quieres ser músico tienes que aprender a lidiar con todas las críticas vengan de donde vengan. Mis padres nunca fueron suaves en sus críticas hacia mí, pero eso me hizo ser mejor artista.
Para cantar la canción tradicional hawaiana 'Kaulana Na Pua' , usted le echó valor y aprendió el idioma nativo, ¿fue fácil?
Esa canción es probablemente la que más orgulloso me hace sentir de todo el álbum, porque fue una revelación total. He actuado varias veces en Hawai, entre otras cosas porque mi marido y yo tenemos allí una casa, y a él se le ocurrió que tenía que hacer un homenaje al folk de las islas. Yo le dije «ok, ya veremos», sin mucha convicción, pero entonces descubrí esta canción y quedé fascinado por las letras. Son poderosísimas.
¿De qué trata? Creo que es una canción protesta.
Efectivamente. Fue compuesta durante el período de la anexión por parte de Estados Unidos, la hizo un miembro de la corte de la reina hawaiana, y habla de cómo vienen a robarles lo que es suyo. Empecé a grabarla traducida al inglés, y un día mi marido se presentó en el estudio y me dijo: «Oh no, no, no… Tienes que grabarla en hawaiano. Deberías contratar a un profesor y aprender el idioma». Yo me quedé perplejo en plan, «okeeeyy». Pero lo hice, y fue una gran idea. No fue fácil, es una lengua dificilísima y fue algo traumático grabarla porque tuve que repetir cientos de veces algunas partes. Ensayaba cada verso unas veinte veces para intentar no fallar. Pero a pesar de lo duro que fue, me pareció interesantísimo cantar en una lengua que no tiene nada que ver con lo europeo.
Portada del álbum de Rufus Wainwright, 'Folkocracy'
¿En el disco no hay ninguna otra canción de folk no anglosajón?
Muy buena pregunta, y la verdad es que no. Sólo la hawaiana. Todavía no me atrevo con el folk español (risas). ¡Bueno! Hay una canción alemana… pero eso es bastante anglosajón (risas).
«En el mundo del folk siempre ha sido difícil salir del armario si eres un hombre gay, pero no tanto si eres lesbiana»
La portada es muy bonita, tiene un aire a disco de folk psicodélico de los sesenta.
¡Sí! También se parece un poco a la de 'War' de U2.
Claro, por la foto de usted de niño. ¿Era un chaval tímido, o ya desde entonces le gustaba ser el centro de atención?
Me gustaba ser el centro de atención, definitivamente. También me gustaba perderme en los rincones de mi imaginación, quedarme absorto en mi mundo. Pero siempre estaba preparado para subirme a unas tablas para cantar, nunca tuve miedo escénico.
Una vez lamentó que la escena de folk fuese tan heterosexual. ¿Cree que muchos artistas del género han escondido su orientación sexual por las tradiciones que gravitaban alrededor de su música?
Está cambiando un poco a mejor. Hubo un período, cuando yo era niño, en el que era extremadamente arriesgado salir del armario si eras músico folk. No tanto si eras lesbiana (risas). Hubo una fuerte comunidad de mujeres artistas lesbianas, y es un hecho que hay cierta tradición de música de orientación lesbiana en el folk. Pero un hombre gay lo tenía más complicado por las actitudes de macho que predominaban en ese mundillo. Todos querían ser el que más rápido tocaba el banjo, el que más fuerte cantaba, el que más enardecía al público… Y ¿sabes? Creo que esto ha sido así porque en el folk no hay demasiado dinero (risas). Eso los hacía más agresivos, más machitos.
Rufus Wainwright
Volviendo a la epifanía que sintió con la canción tradicional hawaiana, ¿cómo ve la evolución de las letras en el pop últimamente?
Oh Dios, creo que no hay ninguna evolución. Una de mis mayores fuentes de sufrimiento y decepción con respecto al pop actual es precisamente eso, la calidad de las letras. Digamos que no estamos viviendo una era dorada en ese sentido (risas). Hay algunas cosas divertidas por ahí, no quiero sonar como un viejo cascarrabias, pero yo trabajo muy, muy duro en mis letras, y no siento que la mayoría de los artistas actuales hagan lo mismo. Independientemente de mi éxito comercial, mi aspiración es ser un buen escritor de letras. No pido que los demás hagan letras excelentes, ¡pero sí que al menos lo intenten!
Mejor si no pregunto por el reguetón.
Sí, mejor. No sé nada sobre eso (risas).
¿Cómo fue cantar en uno de los actos funerarios por la muerte de la Reina Isabel II en Canadá?
Fue en Ottawa, y además de sentirme honrado, me hizo emocionarme más de lo que pensaba. Porque no me lo tomé sólo como un homenaje a la Reina, sino al fin de una era. Porque en gran medida eso es lo que representa su muerte. Ella fue definitivamente una fuerza de la vida, que en Canadá también se hacía sentir mucho.
Termino con una divertida. He leído por ahí que Madonna se portó bastante mal con usted las dos veces que se cruzaron. ¿Qué pasó?
Es divertido que me lo preguntes, porque el otro día me desperté en mitad de la noche, con una idea para una canción sobre Madonna. No es que ella se haya portado mal conmigo, ¡es que se ha portado mal con todo el mundo!
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Últimamente el mundo también se ha portado un poco mal con ella, con ese edadismo gratuito… ¿no?
Sí, es verdad. Pero lo que me hizo pensar en hacer una canción es esa deriva tan extraña que le hace parecer una criatura chiflada. Estuve pensando en eso y dije, «wow, en realidad es alucinante lo que está haciendo». Ahora que veo que todo le da absolutamente igual, le tengo más respeto. Es una especie de monstruo fascinante, así que estoy escribiendo una buena canción sobre ella.