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Blake Edwards, el último representante de la alta comedia

El realizador de cintas como 'La pantera rosa' o 'El guateque' recibió sólo una nominación a los Oscar

EFE

Director de películas que pertenecen por derecho propio a la historia del cine, como La pantera rosa, Desayuno con diamantes o El guateque, Blake Edwards recibió sin embargo sólo una nominación a los Oscar y se conformó con uno honorífico en 1994.

Un reconocimiento que recibió con humildad y con realismo. "Nunca pensé que llegaría a recibir un Oscar, así que esto es como empezar a comerme el pastel", dijo en aquel momento el realizador, que había conseguido su única candidatura una década antes, por Víctor o Victoria. Escasas recompensas para un hombre que amaba el cine por encima de todo pero que había llegado al séptimo arte como forma de dedicarse a la escritura, que fue su primera vocación.

Nacido el 26 de julio de 1922 en Tulsa (Estados Unidos), William Blake Crump empezó a estudiar Literatura en la Universidad de Los Ángeles, pero pronto dedicó más tiempo a escribir guiones de radio y series de televisión. Comenzó con apenas 20 años como actor en Diez héroes de West Point, de Henry Hathaway. Fue el comienzo de una larga carrera que se cerró hoy tras 46 películas como director, 29 como actor y 62 títulos en los que participó como guionista.

Deliciosa alianza con Audrey Hepburn

Sus primeros pasos tras la cámara los dio en la década de los cincuenta junto a Richard Quine. Firmaron siete guiones, de los que cinco fueron dirigidos por Quine y dos por Edwards -el primero Venga tu sonrisa. Pero fue en 1961 cuando Edwards se hizo, de golpe y de forma inmediata, con un hueco en el mundo de Hollywood. La adaptación de la novela corta de Truman Capote Desayuno con diamantes fue un éxito inmediato de crítica y público, que además catapultó a Audrey Hepburn -pese a no ganar el Oscar para que el que estuvo nominada- al Olimpo de las estrellas. La delicadeza de la adaptación, la sofisticación de Hepburn y la maravillosa partitura que creó Henry Mancini -que sí se llevó el Oscar- hicieron de esta película un clásico desde su primera exhibición y continúa siéndolo a pocos meses de que se cumplan 50 años de su estreno.

Edwards pasó a ser el máximo representante de la alta comedia, un título del que nunca se desprendería pese a que algunos de sus trabajos posteriores más destacados son dramas como Días de vino y rosas, que llegó en 1962 y que le hizo ganar otro Oscar a Mancini y sendas nominaciones a Jack Lemon y Lee Remick. A lo largo de su vida, Edwards contó en muchas ocasiones que su mayor honor había sido el comentario que le hizo Jack Lemmon para que fuera el director de ese filme. "Me dijo que la película era tan dura que buscaba a alguien que tuviera un buen sentido del humor, porque la vida está llena de humor y eso hace el drama mucho más duro", afirmó el director.

Peter Sellers, su actor fetiche

Un humor que buscó y encontró en La pantera rosa (1963), El nuevo caso del inspector Clouseau (1964), La carrera del siglo (1965) o, principalmente, esa joya del cine llamada El guateque, (1968). Filmes que mostraron la genialidad histriónica de Peter Sellers, sobre todo con el personaje de Hrundi V. Bakshi que Edwards escribió para contar una historia que se ha convertido en un ejemplo citado una y mil veces en las escuelas de cine como exponente de lo que debe ser una comedia. Sellers fue uno de sus más fieles colaboradores y el protagonista de cinco de los títulos de la saga de la pantera rosa. Sólo el último, que además cerró la carrera de Edwards, tuvo otra protagonista, el italiano Roberto Benigni, un sustituto imposible -como cualquier otro que se hubiera elegido- para Sellers.

Y en el lado femenino, Edwards tuvo otra colaboración importante en su carrera, la de su segunda esposa, Julie Andrews. Edwards logró acabar con su imagen mojigata -forjada en películas como Sonrisas y lágrimas- en filmes como 10, la mujer perfecta, Sois honrados bandidos (1981) o Víctor o Victoria, el último gran éxito del realizador.

Posteriormente llegarían películas menores como Micki y Maude (1984), Así es la vida (1986), El gran enredo (1986), Asesinato en Beberly Hills (1988) o Una cana al aire (1989), con algún pequeño éxito como Cita a ciegas (1987), el salto a la gran pantalla de Bruce Willis.

A partir de ahí, alguna colaboración televisiva y poco más para un enfermo diagnosticado con el síndrome de fatiga crónica y con depresiones que incluso le llevaron a pensar en el suicidio en 2001. Su última aparición pública, junto a su esposa, fue hace diez semanas en una homenaje de la Academia del Cine de Hollywood.

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