No te rías que estás cancelado (IV)
Pepe Colubi: «Si una sola persona se ríe, yo doy por bueno el chiste»
Este 'ilustre ignorante', con más de quince años exorcizando carcajadas, asegura que lo primero para todo buen humorista es «reírse de uno mismo»
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Iniciar sesiónPepe Colubi es tan ilustre ignorante como Sócrates. «Solo sé que no sé nada», decía el mayéutico driblista del saber griego. Y el humorista asturiano comenta aquí: «Me gusta el humor involuntario, las tomas falsas, los vídeos caseros de bodas que salen ... mal». ¿Tiene que ver una cosa con otra? Algo. Un hilo de humildad, una vuelta a los básicos, una lucidez atemporal. Junto a Javier Cansado y Javier Coronas, los Javis originales, lleva más de 15 años exorcizando carcajadas por teatros y tubos catódicos. Nuestro protagonista aporta un toque impúdico que directamente es ya algo político, una franja de gracia que no se debe colonizar por la dictadura del buen gusto, según dictamina la Organización de Naciones Procaces Unidas.
—Un nazi le pegó a un humorista y ha duplicado sus seguidores en Twitter, mientras el cómico se ha quedado igual. ¿Se puede extraer una moraleja?
—Creo que se trataba de un enfrentamiento que ya venía de largo en redes sociales. El padre reaccionó de manera nazi: agrediendo al humorista en directo (grabando toda la escena para, precisamente, aumentar su repercusión en redes) y el humorista reconoció que lo que pretendía ser un chiste había sido un comentario desafortunado. Un mal chiste merece ser ignorado, no provocar una agresión retransmitida. La moraleja confirma lo maleable y manipulador que resulta Twitter.
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—Pepe, ¿podría contarnos algo más de su obsesión por la música y el reggae? ¿Tiene un pódcast incluso, no?
—Me gusta la música en general, me gusta mucho, pero es cierto que he desarrollado una sensibilidad especial hacia el reggae. Ocurrió de pequeño, con 12 o 13 años, un verano en casa de mis primos. Allí sonaba el álbum 'Live!' de Bob Marley y se convirtió en el primer elepé que compré en mi vida. El pódcast 'The Bucket' me sirvió para poner orden en mi caos de géneros, artistas y cronologías respecto a una música apasionante e inabarcable.
—En 'Ilustres ignorantes', he visto a mujeres poner una mueca de enfado y reírse de sus chistes. ¿Hay situación más maravillosa que una procacidad que hace sucumbir a quien no quiere reír pero no puede evitarlo?
—Como sensación es imbatible, pero es un poco filo de la navaja porque también puedes provocar esa risa interior que no se manifiesta externamente: a ojos de los presentes suena a chiste fallido. Como ves, acabo de decir que los silencios tras mis chistes pueden ser carcajadas interiores. El que no se consuela es porque no quiere.
—Viendo 'Ilustres ignorantes', da la sensación de que se lo pasan muy bien y son muy amigos. ¿Es cierto? ¿Cómo definiría a Cansado y Coronas?
—Es que esa es la clave para seguir 16 años con el mismo programa, fíjate qué cosa más simple: llevarse bien, pasarlo mejor, divertirse con los otros y quererse. Cansado es el zen, la palabra, puro conocimiento y el giro inesperado. Coronas es la rapidez, el ingenio pícaro, la fluidez inmediata. Son el yin y el yang, y yo soy un voyeur mirándolos.
—¿Es cierto que los shows que hacen en teatros son más salvajes que los de la tele? Como un premio para quienes van a verlos.
—Llevamos años haciendo bolos por teatros de toda España; cambia un poco el formato, pero el espíritu sigue siendo el mismo. En teatros no se graba, llevamos un solo invitado, dura más de hora y media y ni siquiera hay mesa, sólo cuatro taburetes. Podemos alargarnos más, y, desde luego, la interacción es más fluida que en el programa de televisión, donde tenemos que ceñirnos a una duración predeterminada más corta. Lo que ocurre en el teatro, queda en el teatro.
—En concreto, ¿a usted qué tipo de humor le gusta? ¿Quiénes son sus referentes?
—Muchos y muy variados. Nombres obvios como Tip y Coll, Faemino y Cansado y La Hora Chanante o mainstreams como Chiquito de la Calzada. Pero creo que todo lo que me hace falta para vivir está en 'Seinfeld'; es la serie perfecta y el tipo de aproximación al humor que más me interesa.
—¿Hay algún tipo de humor que no le guste?
—No me gusta generalizar, no sabría categorizar un tipo de humor concreto de esa manera. Creo que en todo acto honesto de humor puede latir el germen de la carcajada. Por eso también me gusta el humor involuntario; las tomas falsas o los vídeos caseros de bodas que salen mal.
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—¿Eso del humor inteligente que se decía antaño no ha quedado un poco desfasado?
—Suena al punto medio entre autojustificación y menosprecio, se ha usado como explicación soberbia y como insulto calificativo. Creo que es una convención más, todos entendemos qué se quiere decir con 'humor inteligente', y hay desarrollos de gags cuya elaboración, uso del lenguaje y referencias paródicas podrían denominarse inteligentes. Pero sin fliparse.
—Otra cosa que se debate mucho ahora, con el tema de las redes, ¿cree que ahora es más difícil hacer humor que antes?
—Las redes sociales son un contexto más que añadir a la hora de valorar un chiste. Cualquier tuit, explicado de viva voz a alguien que no tiene Twitter, se desinfla y se viene abajo. Cuando sacas un tuit de su entorno natural y lo metes en una columna de opinión se convierte en un ser desvalido. Además, hay que tener en cuenta conceptos como retuit, reply, hashtag, trending… No es más difícil hacer humor, es distinto.
—¿Me puede decir algún político que le haga reír?
—Los políticos no me hacen reír.
—Si ha estado depre o ha pasado algo personal trágico, ¿tener que actuar y hacer reír no es difícil? ¿Tiene algún truco?
—Nunca lo he pensado de manera interiorizada, pero supongo que existe un modo automático, una especie de programación mecánica que te coloca en situación humorística por pura supervivencia. Yo me aíslo en una burbuja de inocua idiotez.
—¿Los humoristas son gente triste o alegre?
—Sufro mucho por los humoristas tristes, pero la vida es una justa mezcla de ambas sensaciones. También me parece injusto acercarte a un humorista, fuera de su lugar de trabajo, esperando que, sí o sí, te haga reír.
—El tema de Will Smith con Chris Rock, lo del nazi y Jaime Caravaca… ¿lo ve como un nuevo fenómeno preocupante?
—Lenny Bruce fue detenido varias veces por la policía en los años 60. Lo de Will Smith no es comparable: Smith era un hombre roto por la presión y la atención desmedida, su agresión no tiene ninguna justificación, pero viene desde otro lugar. Del mismo modo, catalogar la agresión como 'nuevo fenómeno' me parece desproporcionado.
—Decía Ortega que si hace reír al objeto de la crítica o la burla, el humorista está salvado... Que es un poco saber reírse de uno mismo también. ¿Se ha perdido eso últimamente?
—Pues reírse de uno mismo es el primer punto, y casi diría que único, del decálogo del buen humorista. La sátira bien entendida empieza por uno mismo. Quitarse importancia hasta burlarte de tus taras te hace inmune a los tropiezos.
—¿Le da miedo que le deje de hacer gracia hacer gracia?
—He tenido y tengo mucha suerte de estar en 'Ilustres ignorantes'. La responsabilidad no recae solo sobre mí, es una aventura compartida en la que no hay competición. Volvemos a los silencios (incómodos o no); cada vez que un grupo de gente, con sus diferencias y maneras de ser, se ríen al mismo tiempo con el mismo chiste ocurre un pequeño milagro. Incluso te puede sorprender porque no crees que el comentario es tan bueno, y sobre todo ocurre al contrario: algo que tú crees que debe funcionar, no lo hace. Es mágico.
—Miguel Noguera me dijo en una entrevista: «No me siento identificado con la figura de aquel que viene a hacerte reír. Tener que yo hacerte reír a ti para mí es una condena». ¿Le ha sucedido a usted? La soledad del humorista de fondo.
—Me da mucho respeto el cómico o la cómica de 'stand up' que se sube a un escenario a hacer reír. Sólo lo hice una vez y salió bastante bien, pero decidí dejar esa carrera en la cumbre y no volver a intentarlo. Yo creo que hay un pacto tácito entre humorista y público para remar en la misma dirección, pero si una sola persona se ríe yo doy por bueno el chiste.
—Humorista, escritor, periodista, guionista, podcáster, experto en reggae… ¿Qué proyectos tiene entre manos?
«No tengo proyectos entre manos. Desconfío de los inquietos que no dejan de proyectar: ¿qué buscan?»
—No tengo proyectos entre manos. Desconfío de los inquietos que no dejan de proyectar: ¿qué buscan?
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